Perfumes para nosotras

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Un olor distinto para cada momento

jueves, 5 de octubre de 2017

Mis vacaciones en hoteles con chimenea




1


Mi marido es muy friolero. Por eso siempre busca hoteles con buena calefacción en invierno. Pero una cosa es tener un hotel con buenos radiadores y otra muy distinta alojarte en un hotel con chimenea. El Hotel Barosse tiene de esas estufas de leña que se son de hierro y se cierran con los leños dentro. Es un sistema bastante más limpio que las típicas chimeneas de las casas de la campiña inglesa, pero no me convence. No pude pegar ojo en toda la noche. Temía morir en un incendio. Hasta parecía que no respiraba bien pese a haber dejado dos dedos la ventana de la habitación abierta. Los hoteles con chimenea no son para mí. 

Encima nos dieron una habitación que parecía un cobertizo. Las piedras de piedra estaban descubiertas tanto en la habitación como en el cuarto de baño. Descubrí que tenían habitraciones con paredes recebadas y pintadas como en todas las casas del mundo mundial cuando marchamos. Pude haberme enterado antes. Habría cambiado de habitación. Mi marido decía que aquello era muy romántico. Lo sería para él. Para mí no lo fue. 

Si no tuviera bastante con las paredes de pedruscos, tuve que aguantar sobre mi cabeza una techumbre de madera que sujetaba el tejado. Aquello no era para mí. Mi marido quería ir al spa. Fue asomarme y ver otra pared sin recebar y salir. Creo que si llegamos a estar un día más, yo hubiera pedido el divorcio. 

Mi marido, en cambio, estaba en su salsa. Decía que le recordaba la casa de sus abuelos. Me compadecí por sus pobres abuelos si realmente vivieran en una casa tan rústica. Bueno, aquello no era una casa rústica, era poco más que un cobertizo con tejado de tejas y un jardín bien cuidado. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar este Hotel Barosse, con chimeneas en todas partes. Los gerentes son amables. Intentan contentarte. A mí siempre me ofrecían fruta cortadita. Había mucha fruta a todas horas y la gastronomía local estaba muy presente en comidas y cenas.





2


El Parador de Albacete me pareció muy monacal, sobre todo en sus habitaciones, más propias de un purpurado que de una familia feliz como la mía. Mis niñas se me morían de tristeza en una habitación con una cama grande, pero como de monja, una cama auxiliar de estilo similar y un suelo de baldosas de terraza. Ni siquiera el buen televisor de plasma que teníamos en el cuarto me las entretenía con películas. 

Más me gustó el restaurante con vistas a la piscina, una piscina con el agua azul y limpia poco frecuentada por los huéspedes. Tuvimos la mala suerte de alojarnos con un grupo de viejos. Más tristeza. Es horrible estar tomando un refresco en el bar y verte rodeada de gente mayor que habla de sus achaques. No era sitio para estar con niños. 

Tampoco me gustó mucho la comida. El pisto manchego no es lo mío y menos lo es la pérdiz en escabeche que pidió mi marido. Yo me quedé con el pisto. Mis hijas se pusieron hasta las cejas de un postre que llaman Miguelitos de la Roda. Ellas se alimentan de dulces si las dejas. En esta ocasión se lo permití, porque la comida que había en el restaurante del parador no era para niños. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Parador de Albacete. Es un parador con una decoración bastante antigua, pero nada lujosa. Lo más bonito que tiene es un verde y frondoso jardín con piscina de limpias aguas azules y un coqueto corredor por donde paseaban los viejos que había cuando estuvimos nosotros por allí. 

A mi marido, en cambio, le gustó. Últimamente le gustan mucho los alojamientos tranquilos. Tranquilidad había. Hay que reconocerlo. No podía ser de otra manera teniendo sólo viejos alojados. La gente mayor suele ser gente muy tranquila, sobre todo cuando no hay animación organizada por los hoteles.


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