En mi vida había encontrado un hotel con una piscina tan hasta los topes como estaba la del Hotel Jardín Milenio de Elche. Mis hijas querían meterse en la piscina y allí se metieron. Reconozco que soy una madre permisiva. Menos mal que mi marido pone normas duras en casa porque sino nuestra familia sería un desastre. Pues bien, allí tenía a las niñas en una piscina que era como una lata de sardinas a remojo y yo estaba de pie. Las hamacas estaban todas ocupadas. Le pedí a un empleado del hotel que me buscara una hamaca y me contestó que tenían alrededor de la piscina todas las que había disponibles.
Mi suplico terminó a las cuatro. Cerraron la piscina entre protestas de los clientes diciendo que la volvían a abrir a las siete. Falta hacía cerrarla y limpiarla. Yo quedé encantada con el cierre de la piscina. Arrastré a las niñas hasta la habitación y traté de entretenerlas con las tablets.
La habitación tenía la gran desventaja de carecer de terraza. Decía mi marido que las habitaciones las tenían sin terraza para que no se le mataran los clientes. Una tontería. El que se quiere tirar, se tira aunque sea por una ventana pequeña. Yo eché de menos una terracita para sentarme a leer al aire libre en mi cuarto. Me contenté pensando que la habitación era grande. Estuvimos cómodos.
Lo que sí me gustó fueron ciertos detalles que tuvieron con nosotros. Por ejemplo, sabían que íbamos a celebrar el cumpleaños de mi marido y nos subieron una caja de bombones con un lacito para felicitarlo. Mi marido les agradeció mucho el regalo. Los bombones de chocolate son su perdición.
Os lo recomiendo, sobre todo por el trato del personal y por los detalles que tienen con los clientes. Es una pena que tengan ciertas desventajas en este hotel. Además de las que indique, el parking de pago. Mi marido pagó el extra porque no estaba tranquilo con el coche en la calle. Ah... y el desayuno muy bueno. El pan estaba que te venían ganas de alimentarte a rebanadas de pan todo el día y los fiambres recién cortados.
El hotel resultó ideal para unas vacaciones de verano en familia. Te queda un poco alejado del centro de Elche, pero lo suficientemente cerca para que no pierdas las ganas de acercarte para pasar unas horas de tiendas.
Mi suplico terminó a las cuatro. Cerraron la piscina entre protestas de los clientes diciendo que la volvían a abrir a las siete. Falta hacía cerrarla y limpiarla. Yo quedé encantada con el cierre de la piscina. Arrastré a las niñas hasta la habitación y traté de entretenerlas con las tablets.
La habitación tenía la gran desventaja de carecer de terraza. Decía mi marido que las habitaciones las tenían sin terraza para que no se le mataran los clientes. Una tontería. El que se quiere tirar, se tira aunque sea por una ventana pequeña. Yo eché de menos una terracita para sentarme a leer al aire libre en mi cuarto. Me contenté pensando que la habitación era grande. Estuvimos cómodos.
Lo que sí me gustó fueron ciertos detalles que tuvieron con nosotros. Por ejemplo, sabían que íbamos a celebrar el cumpleaños de mi marido y nos subieron una caja de bombones con un lacito para felicitarlo. Mi marido les agradeció mucho el regalo. Los bombones de chocolate son su perdición.
Os lo recomiendo, sobre todo por el trato del personal y por los detalles que tienen con los clientes. Es una pena que tengan ciertas desventajas en este hotel. Además de las que indique, el parking de pago. Mi marido pagó el extra porque no estaba tranquilo con el coche en la calle. Ah... y el desayuno muy bueno. El pan estaba que te venían ganas de alimentarte a rebanadas de pan todo el día y los fiambres recién cortados.
El hotel resultó ideal para unas vacaciones de verano en familia. Te queda un poco alejado del centro de Elche, pero lo suficientemente cerca para que no pierdas las ganas de acercarte para pasar unas horas de tiendas.