Los años pasan por Tita,
pero ella frena el paso
con el botox que le paga
el Estado por sus cuadros.
Sigue tiñéndose el pelo
tan rubio como antaño,
no abandona los sastres,
la sonrisa tiene intacta.
Hasta creo que sus dientes
son los mismos que eran antes
porque si perdió alguno
le pusieron un implante.
La baronesa se ríe
de España y de su pasta,
ella que es catalana
e hija de grandes padres,
emparentada con Tarzán
por un matrimonio clásico,
casada con un barón
alemán y algo nazi.
El señor Sánchez y Pablo,
ese socio que algo sabe
de comunismo le pagan
otra vez sus buenos cuadros.
Así se vive, señora,
yo quisiera hacer otro tanto,
pero mis cuadros son láminas
que me vendieron los chinos
a precio muy rebajado.
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