Perfumes para nosotras

Perfumes para nosotras
Un olor distinto para cada momento

martes, 30 de mayo de 2017

Mis vacaciones en Salamanca



Uno de mis paradores favoritos es el Parador de Salamanca, un parador que tiene unas magníficas vistas al casco histórico de esta bonita ciudad castellana. La última vez que estuve fue para la boda de una amiga. Fui sola y lo pasé de cine. 

Me dieron una habitación amplia, con un buen televisor de plasma, conexión wi fi gratuita y decorada con el mismo estilo lujoso que tienen los interiores de este parador divino. Mi habitación tenía un gran ventanal. Por eso era tan luminosa. Las grandes cristaleras son una característica del Parador de Salamanca. Esto lo hace más acogedor. Lo que pasa en muchos paradores es que tienen aire de fortaleza tipo cárcel. No es el caso del Parador de Salamanca. Este parador recuerda más a un palacio que a una fortaleza pese a su ubicación en la parte alta de Salamanca. 

Lo que no debes perderte es la gastronomía de su restaurante. El hornazo es de lo mejorcito. ¿Y qué decir de los embutidos ibéricos? Los invitados en la boda de mi amiga nos pusimos de embutidos ibéricos hasta las cejas y casi no nos quedó hueco para los demás platos. Bueno, yo sí hice hueco para los postres. Nos pusieron unas rosquillas de Ledesma que estaban tan ricas que te chupabas los dedos. 

Os recomiendo este parador. Tiene una piscina enorme, con unas bonitas vistas. Estás nadando y estás viendo la ciudad a tus pies. Es una sensación indescriptible. También os recomiendo pedir una habitación con terraza. A mí me dieron una de las que tenía la terraza más grande. Era donde mejor estabas. Pasé horas sentada en las sillas de la terraza junto a la mesa. Incluso les pedía que me subieran la comida a la habitación para comer en la terraza. Pasé un fin de semana largo en el Parador de Salamanca. Iba a marchar el domingo y marché el martes. Me apetecían unas vacaciones en soledad y me las tomé.



Mis vacaciones con mis mascotas





Estuvimos en San Francisco con mis suegros, en el Argonaut Hotel, San Francisco, porque mi suegra llevaba un perrito y en este hotel aceptan mascotas pagando un extra. Es un hotel que está bien ubicado, en una zona con muchas tiendas y restaurantes. 

Pese a estar en una zona bastante concurrida el hotel es tranquilo. Puede serlo porque no es nada barato. Como os decía, por meter al perro te cobran un extra. Guardar el coche en su parking te sale más caro que el perro: nos cobraban unos treinta euros por día. Acabé convenciendo a mi chico para que dejara el coche en una calle que había detrás del hotel. Mi santo pensaba que le iban a robar el coche alquilado. A mí me daba igual. Lo que no quería era pagarles treinta euros. 

El hotel es muy rústico. Donde no ves pareces de ladrillo descubierto ves madera. Me recordó un palafito. Mi chico decía que tenía mucha imaginación. No le faltaba razón: la imaginación se me desataba dentro de aquella solución habitacional que parecía más propia del paraíso de Adán y Eva. 

El Argonaut Hotel, San Francisco tiene unas 250 habitaciones. A nosotros nos dieron dos habitaciones de la planta cuarta. La nuestra era más grande que la de mis suegros. Teníamos dos camas de matrimonio. En una dormimos nosotros y en otra las niñas. Estuvimos cómodos. 

Os recomiendo este hotel. Tiene ciertas ventajas y ciertas desventajas. También tiene ventajas que se convierten en desventaja el fin de semana. Por ejemplo, de lunes a viernes tienes prensa gratis. Los sábados y domingos los periódicos dejan de ser gratuitos. Mi suegra valoró mucho las jarras de agua gratis que había en un salón común. A mí me daban asco. Prefiero los botellines de agua. Eso de que vaya la gente a servirse vasitos de agua no es plan para servidora. 

Saben publicitar muy bien la zona. En la mesilla de noche, de color blanco a juego con los cabeceros blancos de las camas, te dejan una revista turística. Si no sabes a dónde ir a comer, en la revista te dan ideas.

martes, 23 de mayo de 2017

Mis viajes sola




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El Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de Valencia no te deja indiferente. Yo fui con una amiga mía que se gana la vida como guía turística por su cuenta y no descarto volver. Me parece un museo interesante para mis hijas. La mayor se interesa mucho por la arquitectura del medievo.

Este museo está en un palacio medieval del siglo XIV. La sala que más me gustó fue una que tiene dos arcos y un artesonado de madera que tuvo termitas hace años, pero que ahora han recuperado. Lo restauraron muy bien.

También me gustaron mucho las dos carrozas que hay en la entrada. Hubiera sido genial que dejaran subirse a ellas, pero no es posible. Todavía sería mejor que organizaran unos paseos en estas carrozas por los alrededores del museos. Al Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de Valencia le podrían sacar mucho partido si tuvieran más imaginación sus responsables.

No debes perderte su primer piso. Es un auténtico palacio. Mi amiga decía que le gustaría pasar allí un fin de semana. Tampoco es posible. Los museos son para mirar e irse.

Os recomiendo visitar el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de Valencia. Es el museo perfecto para visitar sola. No es un museo de multitudes. Yo creo que si hubiera ido en una excursión organizada en plan rebaño no lo hubiera disfrutado. Es tan palaciego, tan chic que una multitud allí dentro le restaría magia.

Yo quedé encantada y mira que no me gustan los museos en general. Soy una turista de tiendas, no de arte. Pero, cuando el arte es tan bonito, te rindes. Nunca olvidaré aquellos salones tan elegantes con sillones tapizados en rojo a juego con parte de las paredes.

También son inolvidables las carrozas. Tal vez un poco recargadas. Mi amiga decía que eran de arte rococó. Parecían las que usa la Reina de Inglaterra cuando va al Parlamento.




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Desde que conocí yoviajosola.com he podido hacer sola viajes que me daban cierto respecto. ¿Quién se atreve a ir a Honduras sola? Puede pasarte cualquier cosa. en cambio, si vas en un viaje organizado con más mujeres solas, no hay miedo.

Mi chico no está muy de acuerdo. Dice que no son viajes seguros. Yo los encuentro segurísimos. Fui a Honduras con yoviajosola.com y también estuve en Egipto y estaba más tranquila que cuando llevo a mi chico de guardaespaldas.

Te recomiendo entrar en esta web. Hay muchos consejos para salir de más de un apuro. Por ejemplo, te recomiendan que uses chanclas en una ducha compartida de un hostal, cosa que alguna de mis amigas no hacían. Mis amigas también se han sumado a este proyecto de viajes de mujeres solas. No hace falta no tener pareja. Puedes tener pareja, como es mi caso que estoy casada, e irte unos días sola por ese mundo mundial para desconectar de tu familia.

Os recomiendo también mirar su blog. Es un blog muy literario. Hay viajeras que narran sus experiencias a viajar solas. Te aseguro que si no estás convencida de coger tú solita la maleta y marchar, te convences. ¿Hay algo mejor que marchar de tu casa sin un marido que te venga fastidiando con sus deseos de hoteles que no coinciden con los tuyos? Por muy enamorada que estés de tu santo, algunas veces es aconsejable dejarlo solito en casa de amo de casa con los niños. Así aprende a valorarte. Cuando regresas de tu viaje de placer aventurero, se te echan al cuello como si regresaras de trabajar en la caña de azúcar en la Cuba anterior a Fidel Castro.

En todo caso, comprendo que hay que tener valor. Lees las experiencias de viajes más peligrosos en el blog de yoviajosola.com y te lo piensas un poquito. Ni tanto ni tan escaso que diría mi abuela.




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El Campanile Barcelona Sud - Cornellà de Llobregat es un hotel situado en la zona empresarial periférica de Barcelona que está muy bien cuando tienes que hacer gestiones por allí como era mi caso. Es un hotel muy funcional, decorado para que los empresarios se sientan cómodos.

Suelos de madera tipo tarima, paredes pintadas de blanco-gris y verde, un escritorio grande, una cama de matrimonio en la que cabía con mi chico sin darnos patadas por falta de espacio... Estaba muy bien. Menos bien estaba el cuarto de baño: era pequeño. Ni siquiera aquellos cepillos de dientes de usar y tirar que nos dejaron me hacían sentir mejor dentro de la escasez. Fue un detalle los cepillos de dientes. En otros hoteles no tienen tal ocurrencia. En todo caso, nosotros llevamos siempre los nuestros. Somos los dos muy de todo Lacer para los dientes.

Yo volvería a esta hotel sin pensarlo dos veces. Está cerca de Spla, un centro comercial donde encontramos unos cines para ver las películas nuevas de la semana como si estuviéramos en nuestra ciudad. Encima para aparcar hay sitio de sobra por los alrededores. Mi chico metió un día el coche en el parking del hotel, pero no te compensa. El parking es gratuito y pequeño, muy pequeño para que quepan los coches de todos los clientes. Es mejor dejar el coche fuera.

Os lo recomiendo tanto por sus habitaciones como por lo bien que te tratan. Tienen unas limpiadoras que limpian por la mañana sin hacer ningún ruido. Esto se agradece cuando te levantas tarde. También se agradece que el wi fi del hotel funcione a las mil maravillas y sea gratis. Una no es nada si no se conecta a la Red de Redes todos los días. Por eso lo primero que pregunto, es si hay wi fi. Tengo dejado hoteles que no tienen wi fi gratis. Me parece que es lo mínimo que tienen que ofrecer a un cliente.

viernes, 12 de mayo de 2017

Mis vacaciones más inocentes



El único libro de viajes que puedo decir que me gusta es Guía para viajeros inocentes de Mark Twain, un libro que data del lejano año 1867, pero que lo encuentras actual, sobre todo si compartes muchos de los pensamientos del autor. Viajar es un rollo dice el bueno de Mark Twain. Lo mismo pienso yo. 

Se trata del primer viaje organizado por una agencia de viajes. Todo un reto para los organizadores. Estaban iniciando el negocio de lo siguientes siglos. Tiene tanta repercusión que sale en la prensa. En 1867, los periódicos de Norteamérica anuncian la fantástica Excursión a Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares de interés intermedios, para la que se proponen fletar un barco que partirá del puerto de Nueva York. Se trata, como os decía, de uno de los primeros viajes organizados de la historia, del que forma parte el que luego sería padre de los míticos personajes literarios Tom Sawyer y Huckleberry Funn, decidido a plasmar su opinión en las crónicas que envía al diario Alta California. 

Durante más de 600 páginas te enganchas a un recorrido singular hacia Tierra Santa. Va todo muy organizado, pero con cierta libertad. El camino de Damasco es un espectáculo. Iban a caballo sentados sobre unas sillas que hacían que los viajeros fueran dando saltitos. Dormían en tiendas de campaña donde no faltaban las sábanas blancas. Eran ricos y tenían que tener sus comodidades. 

El viaje, pese a ser organizado, ofrecía cierta libertad a los viajeros. Llegaban a un país e iban por su cuenta hasta que se subían al barco en una ciudad determinada. 

A Mark Twain le gustó Andalucía. Dice que le hubiera gustado estar más tiempo. Jerusalén, en cambio, no le gustó tanto. Le pareció una ciudad muy pequeña. En Roma se cansó de ver cuadros. El Viejo Mundo se le hacía estrecho. 

Os recomiendo este libro tanto si te gustan los viajes como si no te gustan. Guía para viajeros inocentes es un libro que no te deja indiferente. Es perfecto ara regalar a una persona a la que no le gusta viajar. Y también está muy bien para personas a las que les gusta viajar porque les hará pensar que unas vacaciones puede que no sean un buen regalo.


http://artigoo.com/alojamiento-familia-extranjeros



viernes, 5 de mayo de 2017

Mis vacaciones en el Nueva York cutre



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Buscando un restaurante vegetariano en Nueva York acabamos en Angelica Kithen, un restaurante que está en la 12 th Street entre la Primera y la Segunda Avenidas. Es muy fácil e encontrar si conoces un poco la Gran Manzana como es nuestro caso. Yo quería un vegetariano porque estaba un poco cansada de tanta comida basura. Una hamburguesa más y pedía el divorcio. 

Lo que no sabía es que casi me iba a pedir el divorcio mi marido. No le faltaba razón: no estuve muy acertada entrando en el Angelica Kitchen. La carta es muy vegetariana, pero los camareros te agobian hasta decir basta. Mi santo se ponía celoso porque había un mexicano ideal que no se apartaba de mi lado. 

Los ecocamareros, como los llamaba mi hija mayor, te dicen lo que tienes que tomar, con qué salsa, con qué pan y con qué bebida. Es como estar en la casa de tus padres. Ni mi madre me daba tantas indicaciones en la mesa cuando era pequeña. 

Mi santo les dijo que no le dijeran nada. Aún así, dejó los platos casi llenos. Yo, en cambio, me lo comí todo. No había mucho que comer. Los latos son como medias raciones. Tampoco te los cobran mucho. El Angelica Kitchen es uno de los restaurantes más baratos de Nueva York. 

El local es muy de bar de barrio. Está lleno de mesas y sillas rústicas que han conocido tiempos mejores. Deberían por lo menos darles una mano de barniz para que se vieran más decentes. Tal vez no hagan la reforma porque sus clientes no se la demandan. Ves mucho comensales con cara de pobres. Los pobres no suelen ser exigentes. 

Pese a todo os recomiendo este restaurante en Nueva York. Es un vegetariano que está muy bien de precio y te sirve para escapar de las hamburguesas que invaden todo Estados Unidos. Las verduras te la presentan muy cocidita, como a mí me gusta. Tienen una sopa de verduras variadas que es una delicia.




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El Chelsea Hotel me decepcionó. Esperaba algo mejor cuando llegamos y vimos una maravillosa fachada de estilo gótico victoriano con sus balcones de hierro forjado. Mi marido nos dijo que no nos podíamos quejar. Nos había llevado a un hotel majestuoso que debía ser el lujo supremo, como a mí me gusta. Acabamos quejándonos todos, también las niñas. 

El hall de la entrada me gustó, pero, cuando me fijé más, y tiempo tuve a fijarme en la semana larga que estuvimos por allí, le empecé a encontrar fallos. Era un hall que parecía un museo de arte moderno, con muchos cuadros y muchas esculturas, pero no estaba bien cuidado. En algunas partes de las paredes encontrabas despintados. Esto daba mal impresión. 

Peor impresión me dio la cama. Casi quedo sin espalda. No pude conciliar el sueño encima de un colchón más duro que las piedras de Egipto. Encima nos dieron las camas con unas sábanas sucias. Tuve que llamar a recepción para pedir sábanas limpias. Se disculparon. Eso es un punto a su favor. Sabían que no nos habían tratado bien. Yo cuando voy a un hotel sea en Nueva York o en Australia espero un mínimo de limpieza. 

La única ventaja que tuvimos fue disponer de una habitación inmensa para cuatro personas. Casi era como un piso sin tabique. Había habitaciones más pequeñas pero yo pedí una de las grandes. No puedo vivir con falta de espacio y menos cuando estoy con mi santo y con mis dos preciosidades infantiles. 

Mi marido, en cambio, estuvo más en su salsa porque en este hotel hay muchos artistas y poetas venidos a menos alojados. Le gusta verse rodeado de artistas. Yo hubiera preferido verme rodeada de artistas con dinero. A aquellos pobres no les podías vender nada porque no tenían dinero ni para pagar el hotel. 

Este Chelsea Hotel podría mejorar si le hicieran alguna reforma. Sólo con que le dieran una buena mano de pintura en el interior y mejoraran la limpieza, ganaría de cara a los huéspedes que somos algo exigentes. También mejoraría si te recibieran cuando llegas. Si te descuidas no te dicen ni hola.




lunes, 1 de mayo de 2017

Mis vacaciones en la Nueva York pobre



Comer al lado del puente de Brooklyn fue una experiencia inolvidable. Sentí que estaba en Nueva York de verdad. El Bridge Cafe es un restaurante que huele a mar y que recuerda el local que fue en sus inicios, cuando su clientela eran los marineros. 

Yo fui al Bridge Cafe con unas amigas aprovechando que estábamos en Nueva York de compras. Está en el 279 de Water Street. Es un local decorado con motivos marinos. Siempre estuvo decorado con anclas y esas cosas marineras que tanto gustan a los que buscamos algo distinto a la hora de comer. 

Hoy ya no es el bar de los marineros. A mediodía hay muchos ejecutivos con traje y corbata. Te sientes como una reina comiendo rodeando de la gente bien de Nueva York. También fuimos de noche, pero estuve menos cómoda rodeada de clientela joven. Bebían demasiado y a mí no me gusta estar en medio de borrachos. 

En el Bridge Cafe se come bien. Te hacen unas sopas caseras que consiguen que te acuerdes de la que hacía tu abuela. Mi abuela siempre hacía sopa. Decía que era la comida más sana. Las tortillas que preparan en el Bridge Cafe son enormes. Mis amigas y yo pedimos una y casi no fuimos capaz de comerla entre cuatro. También pedimos pato asado y calamares. 

Os recomiendo el Bridge Cafe porque no es ni lo más barato ni lo más caro que hay en la Gran Manzana para comer. Se come bien por un precio razonable y el ambiente es muy bueno a mediodía. Yo pienso volver con mi marido. Mi santo estuvo solo, pero seguro que le encanta volver, igual que a mí. volveré sólo para volver a comer aquella tortilla tan grande y deliciosa. Este restaurante al lado del puente de Brooklyn, con una decoración muy marinera, es uno de los locales más recomendables de Nueva York. Es una pena que esté siempre hasta los topes. Cuesta encontrar mesa libre.