Perfumes para nosotras

Perfumes para nosotras
Un olor distinto para cada momento

sábado, 11 de agosto de 2018

Mis vacaciones más calientes



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Nos alojamos en el Hotel Helmántico en Villares de la Reina, Salamanca, porque mi marido quería quedarse en un hotel próximo a Salamanca y bien comunicado por carretera. Yo lo que quería era un hotel con parking amplio. Estoy cansada de los aparcamientos pequeños de muchos de los hoteles donde nos alojamos. El parking no me importa si viajamos sin coche, pero, cuando llevamos nuestro coche particular o uno alquilado, me fijo en que haya un parking donde te puedas mover con el coche. 

El Hotel Helmántico en Villares de la Reina, Salamanca no es un hotel falto de ruidos. Oyes a los huéspedes de las habitaciones vecinas, los correteos de los niños por los pasillos, el trajín de las camareras de piso por la mañana. Pero esto no fue un problema para nosotros porque nos sirvió el ruido para no quedarnos dormidos. Sólo estuvimos un día. Por la mañana había que ponerse en camino. 

El hotel necesita una remodelación. Se nota que sus dueños están en plan sacar dinero no en ofrecer un servicio agradable a los clientes. La pared de nuestra habitación tenía alguna grieta. Pero la cama era cómoda. Dormimos sin dolores de espalda. En cuanto a limpieza, no tengo queja. El persona de limpieza se afanaba en dejar todo como los chorros del oro. 

Os recomiendo este hotel. No es más que un motel de carretera a precio barato. Es el hotel que necesitas cuando paras un día en un viaje más largo. La cena de este hotel es mejor que los desayunos. No es que te ofrezcan en el bar una carta con muchos platos, pero lo que tienen te gusta porque es cocina tradicional. El desayuno, en cambio, tira mucho de bollería industrial. Los yogures brillaban por su ausencia y la fruta estaba demasiado madura para mi gusto. Los zumos eran todos de cartón. Mi marido les pidió un zumo natural y le vinieron con un zumo servido en una copa que le supo a mi amor más a zumo Zumosol que a zumo de naranjas del campo.



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Siempre que vamos a Almendralejo noto en el aire olor a aceite y olor a vino. Mi marido dice que son manías mías. No lo son. Almendralejo está rodeada por viñedos y por olivos. De ahí su olor. Pero no es una ciudad aburrida como puedes suponer al oír la palabra Extremadura. Yo he ido en verano y lo he pasado de cine. 

En Almendralejo me encanta pasear por sus calles, detenerme ante las fachadas de sus fabulosos palacios. Los ricos de Extremadura vivía muy bien en el pasado mientras los jornaleros se deslomaban en sus campos. Suelo llevar a las niñas al Parque de las Mercedes, un parque que está siempre muy cuidado y limpio pese a que anda sobrado de perros. Deberían delimitar una zona para los canes. A mí no me hace ninguna gracia cruzarme con gente que lleva perros grandes, y menos cuando llevo a mis hijas. En el Parque de las Mercedes también ves a mucha gente haciendo deporte. 

No debes dejar de visitar en Almendralejo la casa donde nació el poeta José de Espronceda. Es el Palacio de Monsalud. Mi marido no tuvo bastante con lo que habíamos visto y se empeñó en llevarnos al Museo del Vino Ciudad de Rubí. Allí sí que olía a vino. Vimos toda variedad de botellas de los caldos de la zona. Mi amor continuó su ruta del vino en la Bodega Viña Extremeña. Tenía una invitación de los propietarios para ver la elaboración del vino in situ. Las niñas y yo no lo acompañamos. Preferimos acercarnos a la biblioteca de esta bella ciudad extremeña. Intento que mis hijas amen la lectura. Para eso no hay nada mejor que llevarlas a las bibliotecas de las ciudades que visitamos. 

Os recomiendo visitar Almendralejo, sobre todo cuando la temperatura es agradable. Nosotros fuimos en verano y casi nos asamos de calor. Menos mal que nos alojamos en un hotel donde el aire acondicionado funcionaba a las mil maravillas. Eché de menos el aire acondicionado del hotel en las calles de Almendralejo.