Perfumes para nosotras

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Un olor distinto para cada momento

sábado, 8 de febrero de 2020

Cómo jugar sin caer en la ludopatía



Hacen bien en recordar los de Loterías y Apuestas del Estado en su página web y en todas sus administraciones de lotería que sólo pueden jugar los mayores de 18 años. Sus juegos y apuestas no son tan adictivos como los rascas o las tragaperras, pero también nos hacen gastar un dinerito que vendría bien para comer. Por ejemplo, la lotería de Navidad y el Niño. Por ejemplo, esa bonoloto y/o primitiva que echas cada semana día a día. Por ejemplo la famosa quiniela que ya no juega tanta gente como jugaba hace años.

El juego es un placer cuando aciertas el resultado y te llevas un bonito premio a tu casa. Es menos placer cuando miras lo que has gastado. Echando cuentas estas Navidades a los recibos del sorteo extraordinario de Navidad que no recibieron ni un triste reintegro, me horrorizaba. Con lo que gastó mi marido en décimos de lotería de navidad nos hubiéramos dado unas buenas vacaciones toda la familia. ¿Y si hubiera tocado el Gordo? Mucha suerte tendríamos. La Estadística dice que es muy poco probable que toque algún día el Gordo en mi casa, igual que en la tuya, y en la del vecino.

Seguramente, seguiré jugando. Haré mi bonoloto de vez en cuando. El juego me ilusionará con esos tres o cuatro números acertados. Me darán unos euros y gastaré más euros que los euros del premio en un juego y pierdo, pero vuelvo a jugar porque la ilusión nunca se pierde.

No, no compensa jugar. Loterías y Apuestas del Estado es un buen negocio para la empresa, no para el jugador. Por eso, repito, hacen bien en recordar que el juego está prohibido para los menores de 18 años. Cuanto más tarde lo pruebes menor será la probabilidad de que te enganche.

Aún así, os recomiendo jugar algo. Hacer una bonoloto, una primitiva de un euro de vez en cuando. La ilusión que te da el juego no te la da ninguna otra cosa. Es pura adrenalina. Escuchas los números ganadores y miras el resguardo de tu apuesta por si has sido afortunada. ¿Que no lo has sido? No importa. Volverás a apostar con ilusión. Al final la ilusión es el premio que llevamos todos.

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