El Parador de La Gomera está en la isla de La Gomera, en una mansión canaria de aire colombino con unas preciosas vistas al mar. El sitio es estupendo para descansar y olvidarte de los mundanales ruidos.
Me gustó casi más por dentro que por fuera. Sus interiores están decorados con instrumentos de navegación de la época del Descubrimiento de América. Mi chico se pasó horas explicándoles a nuestras hijas el significado de todas aquellas cosas que llevaban entonces en los barcos que iban al otro lado del charco. Le encanta la Historia.
Pasamos muchas horas también en los jardines. En el jardín había plantas subtropicales. Mi chico se volvió a meter en su papel de padre profesor y le contó a las niñas cual era una planta y cual era otra. Los dejé en su salsa. Las plantas nunca me interesaron mucho. Preferí bajar a la playa sola, que es como se está mejor tomando el sol.
El Parador de La Gomera es ideal para pasar unas vacaciones relajadas. Es bastante tranquilo. Los interiores, como os decía, me gustaron mucho. Tienen una decoración marina que combina los estilos castellanos e isabelinos con toques isleños.
Quedamos a comer en el restaurante del Parador. Era lo más cómodo porque mis hijas estaban en plan de no quiero ir a ningún sitio. Cuando se te ponen así de tontitas, lo mejor es seguirles la corriente y apuntarte a la comida del hotel. Comimos bien. Nos pusieron una cazuela de pescados gomeros que estaban que te chupabas los dedos. Para cenar había unos lomos de bacalao rellenos muy ricos y también estaba muy bueno el potaje de berros, y eso que a mí los potajes como que no me van mucho.
Nuestra habitación era muy espaciosa. Tenía las paredes pintadas de blanco, una gran cama de matrimonio, una terraza amplia con vistas al mar, suelos de tarima de madera y un ventilador de techo que no encendimos. Había un ruido horrible. Preferí pasar algo de calor.
Os recomiendo el Parador de La Gomera. Está genial. Tiene una piscina estupenda con unas hamacas muy cómodas. Yo leí un libro que tenía pendiente tumbada en una de esas hamacas mientras mis hijas y mi marido nadaban.
Apenas salimos. Mi chico quería hacer senderismo por los alrededores del parador. Yo no estaba para caminatas y las niñas menos. También organizaban rutas en todoterreno y alguna excursión. Mi chico fue a la de San Sebastián de la Gomera con las niñas y también fueron hasta el Parque Nacional de Garajonay, que queda a unos 15 kilómetros del Parador. Al Parque Nacional también fui yo, pero regresé antes para ir de compras.
Me gustó casi más por dentro que por fuera. Sus interiores están decorados con instrumentos de navegación de la época del Descubrimiento de América. Mi chico se pasó horas explicándoles a nuestras hijas el significado de todas aquellas cosas que llevaban entonces en los barcos que iban al otro lado del charco. Le encanta la Historia.
Pasamos muchas horas también en los jardines. En el jardín había plantas subtropicales. Mi chico se volvió a meter en su papel de padre profesor y le contó a las niñas cual era una planta y cual era otra. Los dejé en su salsa. Las plantas nunca me interesaron mucho. Preferí bajar a la playa sola, que es como se está mejor tomando el sol.
El Parador de La Gomera es ideal para pasar unas vacaciones relajadas. Es bastante tranquilo. Los interiores, como os decía, me gustaron mucho. Tienen una decoración marina que combina los estilos castellanos e isabelinos con toques isleños.
Quedamos a comer en el restaurante del Parador. Era lo más cómodo porque mis hijas estaban en plan de no quiero ir a ningún sitio. Cuando se te ponen así de tontitas, lo mejor es seguirles la corriente y apuntarte a la comida del hotel. Comimos bien. Nos pusieron una cazuela de pescados gomeros que estaban que te chupabas los dedos. Para cenar había unos lomos de bacalao rellenos muy ricos y también estaba muy bueno el potaje de berros, y eso que a mí los potajes como que no me van mucho.
Nuestra habitación era muy espaciosa. Tenía las paredes pintadas de blanco, una gran cama de matrimonio, una terraza amplia con vistas al mar, suelos de tarima de madera y un ventilador de techo que no encendimos. Había un ruido horrible. Preferí pasar algo de calor.
Os recomiendo el Parador de La Gomera. Está genial. Tiene una piscina estupenda con unas hamacas muy cómodas. Yo leí un libro que tenía pendiente tumbada en una de esas hamacas mientras mis hijas y mi marido nadaban.
Apenas salimos. Mi chico quería hacer senderismo por los alrededores del parador. Yo no estaba para caminatas y las niñas menos. También organizaban rutas en todoterreno y alguna excursión. Mi chico fue a la de San Sebastián de la Gomera con las niñas y también fueron hasta el Parque Nacional de Garajonay, que queda a unos 15 kilómetros del Parador. Al Parque Nacional también fui yo, pero regresé antes para ir de compras.