El NH Madrid Principe de Vergara es uno de los hoteles favoritos de mi marido en Madrid. A mí no me gusta tanto. La mayor desventaja que le encuentro son los pobres desayunos que sirve en su buffet. Salgo de ellos con más hambre de la que llevaba.
Este hotel está en el Barrio de Salamanca, en la calle Príncipe de Vergara. El Retiro te queda a unos veinte minutos de caminata. También puedes ir andando hasta las calles comerciales de Serrano y Goya. Yo me pongo desde el hotel en quince minutos yendo en mis altos zapatos de tacón.
El hotel está decorado con cierto estilo moderno tanto en sus estancias comunes como en sus habitaciones. La nuestra era la ultima vez amplia, pero tenía unas luces encima de la cama que no me dejaron dormir tranquila. Miraba para arriba y tenía la sensación de que aquella lámpara rectangular iba a desplomarse en cualquier momento sobre mi cabeza.
Una lámpara similar había sobre un sillón que se suponía que era donde los huéspedes iban a leer. El sillón no me dio problema porque lo aparté de debajo de la lámpara y listo. Mover la cama, en cambio, era imposible. La habitación era grande, pero no daba para mover la cama de matrimonio a una esquina, lejos de aquella luz horrible que colgaba sobre nuestras cabezas.
El cuarto de baño no era gran cosa. No me gustaron las paredes con azulejos grises topo. Demasiado fúnebre. En la minúscula bañera había una cortina de color verde marujita que le daba cierto toque alegre. Las piletas eran demasiado pequeñas para mi gusto. Te lavabas la cara y salpicabas los alrededores.
Lo peor, como os decía, fue el desayuno. Todo muy bien colocadito, pero escaso. El fiambre parecía que lo contaban por lonchas. Era un desayuno ideal para personas a dieta, no para hambrientos huéspedes que hacen del desayuno su comida principal. Nosotros acabábamos de desayunar en una cafetería.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar este hotel. A mí me parece mejorable.
Este hotel está en el Barrio de Salamanca, en la calle Príncipe de Vergara. El Retiro te queda a unos veinte minutos de caminata. También puedes ir andando hasta las calles comerciales de Serrano y Goya. Yo me pongo desde el hotel en quince minutos yendo en mis altos zapatos de tacón.
El hotel está decorado con cierto estilo moderno tanto en sus estancias comunes como en sus habitaciones. La nuestra era la ultima vez amplia, pero tenía unas luces encima de la cama que no me dejaron dormir tranquila. Miraba para arriba y tenía la sensación de que aquella lámpara rectangular iba a desplomarse en cualquier momento sobre mi cabeza.
Una lámpara similar había sobre un sillón que se suponía que era donde los huéspedes iban a leer. El sillón no me dio problema porque lo aparté de debajo de la lámpara y listo. Mover la cama, en cambio, era imposible. La habitación era grande, pero no daba para mover la cama de matrimonio a una esquina, lejos de aquella luz horrible que colgaba sobre nuestras cabezas.
El cuarto de baño no era gran cosa. No me gustaron las paredes con azulejos grises topo. Demasiado fúnebre. En la minúscula bañera había una cortina de color verde marujita que le daba cierto toque alegre. Las piletas eran demasiado pequeñas para mi gusto. Te lavabas la cara y salpicabas los alrededores.
Lo peor, como os decía, fue el desayuno. Todo muy bien colocadito, pero escaso. El fiambre parecía que lo contaban por lonchas. Era un desayuno ideal para personas a dieta, no para hambrientos huéspedes que hacen del desayuno su comida principal. Nosotros acabábamos de desayunar en una cafetería.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar este hotel. A mí me parece mejorable.