Estuve hace un tiempo con mi marido en el Courthouse Hotel London, un cinco estrellas en el centro de Londres que te queda a unos dos minutos andando de la estación de metro. Tiene una ubicación perfecta y es bastante moderno, pese a que cuando vi el edificio por fuera, un edificio protegido, esperaba encontrar una decoración más antigua.
Como os decía, es un cinco estrellas, pero no tan lujoso como los hoteles de cinco estrellas que hay en España. Le sobran por lo menos tres estrellas.
Nuestra habitación era de las más modernas. Nos querían dar un cuarto poco luminoso que tenía muebles modernos y antiguos. Yo se lo hice cambiar por una habitación decorada en tonos blancos con unas ventanas por las que entraba la luz a raudales.
La cama era grande, de matrimonio, con un colchón bastante cómodo. Teníamos un buen televisor de plasma encima de una mesa escritorio que se alargaba a lo largo de una pared. También había un par de sillones modernos y grandes.
El cuarto de baño, en cambio, era de pena. Hay pensiones en España que tienen baños mejores. La bañera era pequeñísima. Te metías entro y parece que estabas en una bañera de bebés. Era horrible. Yo ya no sabía cómo hacer para ducharme. Encima las paredes eran de mármol negro. Aquello parecía un tanatorio.
Sólo estuvimos dos días. Yo no hubiera resistido otra ducha más en aquel cuarto de baño más propio de un piso de Drácula que de un hotel de cinco estrellas.
Lo mejor del Courthouse Hotel London es su ubicación. Pero ni por eso volvería yo a alojarme en él. Todavía tengo pesadillas pensando en aquel cuarto de baño.
Como os decía, es un cinco estrellas, pero no tan lujoso como los hoteles de cinco estrellas que hay en España. Le sobran por lo menos tres estrellas.
Nuestra habitación era de las más modernas. Nos querían dar un cuarto poco luminoso que tenía muebles modernos y antiguos. Yo se lo hice cambiar por una habitación decorada en tonos blancos con unas ventanas por las que entraba la luz a raudales.
La cama era grande, de matrimonio, con un colchón bastante cómodo. Teníamos un buen televisor de plasma encima de una mesa escritorio que se alargaba a lo largo de una pared. También había un par de sillones modernos y grandes.
El cuarto de baño, en cambio, era de pena. Hay pensiones en España que tienen baños mejores. La bañera era pequeñísima. Te metías entro y parece que estabas en una bañera de bebés. Era horrible. Yo ya no sabía cómo hacer para ducharme. Encima las paredes eran de mármol negro. Aquello parecía un tanatorio.
Sólo estuvimos dos días. Yo no hubiera resistido otra ducha más en aquel cuarto de baño más propio de un piso de Drácula que de un hotel de cinco estrellas.
Lo mejor del Courthouse Hotel London es su ubicación. Pero ni por eso volvería yo a alojarme en él. Todavía tengo pesadillas pensando en aquel cuarto de baño.