Visitar Arlés es visitar el Arte con mayúscula. No había visto una ciudad tan centrada en el arte. Hay galerías de arte por todas partes. Se nota lo volcada que está la mecenas suiza Maja Hoffmann con esta ciudad de La Provenza.
Arlés no es mucha ciudad en población. Me la imaginaba más grande. Tendrá como mucho unos 50.000 habitantes. Es una ciudad tranquila. Ves, como os decía mucho arte, mucha gente guapa. Es una ciudad muy chic. Toda la localidad está rodeada de campos de lavanda y de viñedos. Los campos de lavanda son preciosos. Dan un aroma envolvente que me hizo recordar mi infancia. Era el olor de la colonia de lavanda que nos ponía mi madre a mi hermana y a mí cuando éramos pequeñas. Los viñedos te hacen pensar que estás en Francia, tierra de vinos y con mucho agricultor poderoso a la hora de negociar los precios de sus productos.
Recorrí con mi marido y con mis dos hijas el barrio de La Roquette. Es un barrio con muchas callejuelas. Te pierdes. Mi marido decía que era un barrio muy pintoresco. Sacó muchas fotos de algunas plazoletas que le gustaron. Yo acabé sintiéndome un poco agobiada tras meternos en un par de callejuelas que no tenían salida. Por todo Arlés encuentras músicos callejeros. Arlés parece una fiesta día y noche. las guitarras y las flautas junto con otros instrumentos musicales menos conocidos para mí llaman la atención de los viandantes con su música. Los músicos callejeros parecían felices aunque no les tiraban muchas monedas. Deben ser de esas personas bohemias que necesitan poco dinero para vivir dichosas.
Nos pasamos por varias galerías de arte. Mi marido quería comprar un cuadro de un pintor desconocido. Deía que era una inversión. Yo no estaba para inversiones de ese tipo. Le dejé ver una exposición de fotografía en otro local y lo arrastré para el hotel. Con lo que iba a gastar él en el cuadro del pintor desconocido pasaba yo una tarde en las rebajas de El Corte Inglés.
No vimos a la mecenas suiza Maja Hoffmann. En su fundación no estaba. Mi marido volvió al día siguiente con las niñas a la Fundación LUMA. La mayor quería un autógrafo de Maja. La admira mucho. Mi hija quiere ser de mayor mecenas. En la Fundación le contaron que Maja había pasado su niñez en Arlés. Por eso ama tanto esa ciudad. La Fundación LUMA está en los antiguos talleres del ferrocarril. Hay una torre de 56 metros de altura proyectada por el arquitecto Frank Gehry que quita el hipo.
Os recomiendo visitar Arlés. Es un destino turístico perfecto para las personas que aman el Arte. También es un destino perfecto para las personas que aman los vinos. Mi marido disfrutó mucho con la visita a los viñedos que hicimos durante el último día de nuestra estancia en Arlés.
Arlés no es mucha ciudad en población. Me la imaginaba más grande. Tendrá como mucho unos 50.000 habitantes. Es una ciudad tranquila. Ves, como os decía mucho arte, mucha gente guapa. Es una ciudad muy chic. Toda la localidad está rodeada de campos de lavanda y de viñedos. Los campos de lavanda son preciosos. Dan un aroma envolvente que me hizo recordar mi infancia. Era el olor de la colonia de lavanda que nos ponía mi madre a mi hermana y a mí cuando éramos pequeñas. Los viñedos te hacen pensar que estás en Francia, tierra de vinos y con mucho agricultor poderoso a la hora de negociar los precios de sus productos.
Recorrí con mi marido y con mis dos hijas el barrio de La Roquette. Es un barrio con muchas callejuelas. Te pierdes. Mi marido decía que era un barrio muy pintoresco. Sacó muchas fotos de algunas plazoletas que le gustaron. Yo acabé sintiéndome un poco agobiada tras meternos en un par de callejuelas que no tenían salida. Por todo Arlés encuentras músicos callejeros. Arlés parece una fiesta día y noche. las guitarras y las flautas junto con otros instrumentos musicales menos conocidos para mí llaman la atención de los viandantes con su música. Los músicos callejeros parecían felices aunque no les tiraban muchas monedas. Deben ser de esas personas bohemias que necesitan poco dinero para vivir dichosas.
Nos pasamos por varias galerías de arte. Mi marido quería comprar un cuadro de un pintor desconocido. Deía que era una inversión. Yo no estaba para inversiones de ese tipo. Le dejé ver una exposición de fotografía en otro local y lo arrastré para el hotel. Con lo que iba a gastar él en el cuadro del pintor desconocido pasaba yo una tarde en las rebajas de El Corte Inglés.
No vimos a la mecenas suiza Maja Hoffmann. En su fundación no estaba. Mi marido volvió al día siguiente con las niñas a la Fundación LUMA. La mayor quería un autógrafo de Maja. La admira mucho. Mi hija quiere ser de mayor mecenas. En la Fundación le contaron que Maja había pasado su niñez en Arlés. Por eso ama tanto esa ciudad. La Fundación LUMA está en los antiguos talleres del ferrocarril. Hay una torre de 56 metros de altura proyectada por el arquitecto Frank Gehry que quita el hipo.
Os recomiendo visitar Arlés. Es un destino turístico perfecto para las personas que aman el Arte. También es un destino perfecto para las personas que aman los vinos. Mi marido disfrutó mucho con la visita a los viñedos que hicimos durante el último día de nuestra estancia en Arlés.