No quiero creer que el lunes
sea una mujer libre,
la ciudadana que sale
a la calle sin guardias
y que no ve pantallas
encima de autopistas
recordando que hay
un Estado de Alarma.
Iré con mascarilla
porque el virus amenaza
con un rebrote fuerte
mientras no hay vacuna
o un jarabe de algo
que nos quite el monstruito
que de China ha llegado.
Iré con mascarilla
también porque hay sanción
si no llevas la tela
cubriendo hasta el mentón.
Iré también diciendo
no me dan la mano, no,
y mucho menos un beso,
sólo hola y adiós.
Iré al aeropuerto
para ver un avión
que dicen que ya llega
y trae a mi amor.
Iré en autobuses
sin permitir que siente
a mi lado un señor
su trasero diciendo
ya todo esto pasó.
Iré al súper sola
porque sola voy yo
manteniendo distancia
como nos enseñó
ese doctor Simón.
Iré pensando el voto
para la elección
de nuevo Presidente
o el que está mejor,
dudando entre lo malo
y lo que es peor.
Iré por las aceras
sin olvidar aún
los días en que miraba
si me daban sanción
las Fuerzas del Estado
y nada digo yo
de esas multas caras
que una ya pagó
por un mal chivatazo
de un vecino cabrón.
Iré aún por la calle
mirando al balcón
por si hay un policía
salido del sillón
para echar el dedo
índice acusador.
Iré a ese edificio
de donde me salió
un cabrón que llamó
a los verde color
y le diré bien alto:
¡jódete tú cabrón!
El Estado de Alarma
ya se nos acabó.