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Ir al Monasterio de San Millán de la Cogolla es visitar el lugar donde un monje escribió unas palabras en castellano y unas palabras en euskera tan importantes que se consideran las primeras palabras en ambos idiomas. El edificio también merece una visita. Es una pena que no se conserve el edificio original. Fue un monasterio construido en el siglo XI con estilo románico.
Pasaron los siglos y el Monasterio de Yuso se fue actualizando según los estilos predominantes en el momento en que los albañiles se ponían con el punzón y el martillo dale dale. Así en el siglo XVI nos lo ponen tal cual está hoy: en etilo clásico renacentista. Atrás había quedado el monasterio pequeñito. Lo hicieron más grande par que le cupieran tanto monje como tenían.
Aún hoy hay monjes por allí. Los que están ahora son de la orden de los agustinos recoletos que llegaron a San Millán de la Cogolla el año 1504. Dedican su tiempo a estudiar el idioma. Estudian las lenguas románicas como evolución del latín. Las glosas que allí se conservan son la presencia de lo que empezaba a hablarse en familia. La gente salva las exigencias sintácticas y morfológicas del latín.
Os recomiendo visitar San Millán de la Cogolla. Es un pueblo antiguo, espacioso, con vidilla monástica, tranquilo. Siempre hay turistas por allí interesándose por las glosas. Son lo de menos. Lo importante es pasar unos días tranquilos por los alrededores. Encuentras restaurantes donde se come de cine. Se nota que estás en San Millán de la Cogolla, un municipio de La Rioja. Pese a que todo gira entorno al monasterio del mismo nombre, encuentras otras cositas. Por ejemplo, las bodegas de David Moreno que visité con mi marido. Te preparan unas catas de vino muy buenas. Falta me hacía un trago después de pasar una tarde entre el Monasterio de Suso, más viejo, y el Monasterio de Yuso, más nuevo siendo viejísimo también. Es decir, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla.
Pasaron los siglos y el Monasterio de Yuso se fue actualizando según los estilos predominantes en el momento en que los albañiles se ponían con el punzón y el martillo dale dale. Así en el siglo XVI nos lo ponen tal cual está hoy: en etilo clásico renacentista. Atrás había quedado el monasterio pequeñito. Lo hicieron más grande par que le cupieran tanto monje como tenían.
Aún hoy hay monjes por allí. Los que están ahora son de la orden de los agustinos recoletos que llegaron a San Millán de la Cogolla el año 1504. Dedican su tiempo a estudiar el idioma. Estudian las lenguas románicas como evolución del latín. Las glosas que allí se conservan son la presencia de lo que empezaba a hablarse en familia. La gente salva las exigencias sintácticas y morfológicas del latín.
Os recomiendo visitar San Millán de la Cogolla. Es un pueblo antiguo, espacioso, con vidilla monástica, tranquilo. Siempre hay turistas por allí interesándose por las glosas. Son lo de menos. Lo importante es pasar unos días tranquilos por los alrededores. Encuentras restaurantes donde se come de cine. Se nota que estás en San Millán de la Cogolla, un municipio de La Rioja. Pese a que todo gira entorno al monasterio del mismo nombre, encuentras otras cositas. Por ejemplo, las bodegas de David Moreno que visité con mi marido. Te preparan unas catas de vino muy buenas. Falta me hacía un trago después de pasar una tarde entre el Monasterio de Suso, más viejo, y el Monasterio de Yuso, más nuevo siendo viejísimo también. Es decir, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla.
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La casa rural Obispo en Hondarribia, Guipúzcoa, es una casa de piedra que nos lleva al estilo gótico de esta bonita localidad de balnearios en el País Vasco. Fue construida en los siglos XIV y XV. Nosotros la elegimos para pasar unos días lejos del mundanal ruido porque me hacía ilusión alojarme en la casa donde había nacido un obispo. De ahí el nombre de la casa: Obispo. Entre sus paredes nació en su día el arzobispo de Oviedo y Sevilla, Cristóbal de Rojas y Sandoval. Este buen hombre fue capellán de Carlos V de Alemania y I de España. Escuchó los pecados del Emperador.
Es un lujo de casa. Sales al balcón y ves los paisajes pirenaicos que se recortan tras el cauce del río Bidasoa. A un tiro de piedra está Francia. Dentro de la casa, no te faltan comodidades. Sus dueños la han convertido en un pequeño hotel con encanto. La han modernizado mucho. Hasta tienen un dormitorio de unos 45 metros cuadrados diseñado para discapacitados.
En total son 17 habitaciones. La nuestra tenía unas sillas de enea muy cómodas. Los muebles son antiguos. No ves nada que sea de Ikea. Yo temía un cuarto algo oscuro. No fue el caso. Por la terraza nos entraba luz a raudales. No tenía nada que ver con el vestíbulo intimista y silencioso.
Os recomiendo el hotel Obispo de Fuenterrabía. Queda cerca del casco viejo de la bonita localidad vasca. Nosotros fuimos andando hasta el recinto amurallado. La calle Mayor, la Puerta de Santa María, los edificios de otros tiempos... Aproveché para ir de tiendas a San Sebastián mientras mi marido terminaba unas lecturas pendientes en el hotelito. San Sebastián queda a 15 kilómetros.
Volvería mañana mismo a la casa rural Obispo. Me hizo gracia dormir donde había dormido el confesor de Carlos V. Hablando del Rey de España he de deciros que el castillo de Carlos V te queda allí cerquita. Es un parador de turismo.
Es un lujo de casa. Sales al balcón y ves los paisajes pirenaicos que se recortan tras el cauce del río Bidasoa. A un tiro de piedra está Francia. Dentro de la casa, no te faltan comodidades. Sus dueños la han convertido en un pequeño hotel con encanto. La han modernizado mucho. Hasta tienen un dormitorio de unos 45 metros cuadrados diseñado para discapacitados.
En total son 17 habitaciones. La nuestra tenía unas sillas de enea muy cómodas. Los muebles son antiguos. No ves nada que sea de Ikea. Yo temía un cuarto algo oscuro. No fue el caso. Por la terraza nos entraba luz a raudales. No tenía nada que ver con el vestíbulo intimista y silencioso.
Os recomiendo el hotel Obispo de Fuenterrabía. Queda cerca del casco viejo de la bonita localidad vasca. Nosotros fuimos andando hasta el recinto amurallado. La calle Mayor, la Puerta de Santa María, los edificios de otros tiempos... Aproveché para ir de tiendas a San Sebastián mientras mi marido terminaba unas lecturas pendientes en el hotelito. San Sebastián queda a 15 kilómetros.
Volvería mañana mismo a la casa rural Obispo. Me hizo gracia dormir donde había dormido el confesor de Carlos V. Hablando del Rey de España he de deciros que el castillo de Carlos V te queda allí cerquita. Es un parador de turismo.
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TELEROSA es más que una floristería, es una Factoría de Ilusiones. Cada detalle está estudiado para crear un servicio a la medida del cliente, capaz de emocionarle y transmitir todo lo que llevas en el corazón envuelto en un halo de color y fantasía con forma de ramo de flores. tiendacoruna.blogspot.com |