El millonario Chen Guangbiao, que se describe en sus tarjetas de visita como "la persona más influyente de China" anunció el lunes, a bombo y platillo, que iba a invitar a comer en un lujoso restaurante de Central Park a mil pobres estadounidenses, a cada uno de los cuales también daría 300 dólares en metálico.
A la primera de las comidas programadas acudieron 250 indigentes neoyorquinos. Todo iba viento en popa. Guangbiao inauguró la velada interpretando en modo karaoke We Are The World, de Michael Jackson, el famoso hit compuesto por el rey del pop para recaudar dinero para los niños africanos. Pero lo que prometía ser una eclosión de filantropía escénica acabo en decepción mayúscula.
Mientras los camareros servían el aperitivo, unos pinchos de atún recubierto de sésamo, el rumor se extendió por las mesas como la pólvora: los 300 dólares prometidos no iban a repartirse. Al servir el solomillo, el rumor se había convertido en indignación.
"Hemos sido engañados para venir aquí y ahora sólo somos parte de una treta propagandística de un rico", aseguró a The Telegraph Harry Books, un veterano de la guerra de Vietnam que trató incluso de llegar al estrado para expresar en público su indignación. "No necesitamos su filete, necesitamos el dinero para que podamos pagar por la comida y saldar nuestras deudas. Ahora no vamos a volver a verlo. Esto es una vergüenza".
A la primera de las comidas programadas acudieron 250 indigentes neoyorquinos. Todo iba viento en popa. Guangbiao inauguró la velada interpretando en modo karaoke We Are The World, de Michael Jackson, el famoso hit compuesto por el rey del pop para recaudar dinero para los niños africanos. Pero lo que prometía ser una eclosión de filantropía escénica acabo en decepción mayúscula.
Mientras los camareros servían el aperitivo, unos pinchos de atún recubierto de sésamo, el rumor se extendió por las mesas como la pólvora: los 300 dólares prometidos no iban a repartirse. Al servir el solomillo, el rumor se había convertido en indignación.
"Hemos sido engañados para venir aquí y ahora sólo somos parte de una treta propagandística de un rico", aseguró a The Telegraph Harry Books, un veterano de la guerra de Vietnam que trató incluso de llegar al estrado para expresar en público su indignación. "No necesitamos su filete, necesitamos el dinero para que podamos pagar por la comida y saldar nuestras deudas. Ahora no vamos a volver a verlo. Esto es una vergüenza".