A la Vía Verde del Tajuña puedes llegar en metro desde Madrid. Yo suelo ir en metro llevando mi bicicleta porque lo de andar no es lo mío. Prefiero hacer senderismo en bicicleta. Es otra manera de hacer deporte, pero sin cansarse tanto como si vas caminando.
Hice esta ruta con mi marido. Salimos de Arganda del Rey, pasamos por Morata de Tajuña entre campos cultivados. Estaba todo muy bonito. Era primavera y los campos se llenaban de amapolas. Vimos la cueva de Perala. Mi chico entró. Yo lo esperé fuera porque las cuevas siempre me dieron miedo.
También fuimos a la estación de Chabarri, donde hay una cafetería y un restaurante. La naturaleza salvaje siempre me dio hambre. Por eso me vino muy bien que hubiera un restaurante en la ruta para recobrar fuerzas con una buena comida. Mi chico no quería comer tan pronto, pero yo no podía dar una pedalada más sin meter algo entre pecho y espalda. En este restaurante de la estación de Chamberí se come muy bien y los precios son razonables.
Por la tarde seguimos con las bicicletas por esta Vía Verde del Tajuña. Pasamos por los pequeños puentes que cruzan el río, paramos en las arboledas y acabamos merendando en un pinar muy fresquito que hay casi al final de la ruta.
La ruta seguía por Guadalajara, pero todavía estaban con obras. Creo que todavía sigue en obras. Mi hermana hizo esta Vía Verde del Tajuña hace unas semanas y me dijo que todavía no la habían terminado en la zona de Guadalajara.
Os recomiendo la Vía Verde del Tajuña. Es tranquila y no está muy concurrida. Cuando la hicimos mi chico y yo apenas nos cruzamos con cuatro o cinco personas.
Esta Vía Verde, que discurre junto al río Tajuña en la Comunidad de Madrid tiene un asfalto de color rojo. No te pierdes. Sólo tienes que seguir el asfalto y no salirte de el.
Hice esta ruta con mi marido. Salimos de Arganda del Rey, pasamos por Morata de Tajuña entre campos cultivados. Estaba todo muy bonito. Era primavera y los campos se llenaban de amapolas. Vimos la cueva de Perala. Mi chico entró. Yo lo esperé fuera porque las cuevas siempre me dieron miedo.
También fuimos a la estación de Chabarri, donde hay una cafetería y un restaurante. La naturaleza salvaje siempre me dio hambre. Por eso me vino muy bien que hubiera un restaurante en la ruta para recobrar fuerzas con una buena comida. Mi chico no quería comer tan pronto, pero yo no podía dar una pedalada más sin meter algo entre pecho y espalda. En este restaurante de la estación de Chamberí se come muy bien y los precios son razonables.
Por la tarde seguimos con las bicicletas por esta Vía Verde del Tajuña. Pasamos por los pequeños puentes que cruzan el río, paramos en las arboledas y acabamos merendando en un pinar muy fresquito que hay casi al final de la ruta.
La ruta seguía por Guadalajara, pero todavía estaban con obras. Creo que todavía sigue en obras. Mi hermana hizo esta Vía Verde del Tajuña hace unas semanas y me dijo que todavía no la habían terminado en la zona de Guadalajara.
Os recomiendo la Vía Verde del Tajuña. Es tranquila y no está muy concurrida. Cuando la hicimos mi chico y yo apenas nos cruzamos con cuatro o cinco personas.
Esta Vía Verde, que discurre junto al río Tajuña en la Comunidad de Madrid tiene un asfalto de color rojo. No te pierdes. Sólo tienes que seguir el asfalto y no salirte de el.