Mi marido siempre decía que nuestras hijas no conocían otros animales que no fueran los perros, gatos y canarios más los peces de la pecera. Por eso intentamos que vieran los animales que acaban en nuestros platos en una granja, pero no en una granja industrial sino en una casa de campo. Fuimos a La Granja De Vitoria porque unos amigos habían ido con sus hijos y quedaron muy contentos con su estancia.
Nosotros también quedamos muy contentos del fin de semana que pasamos en esta granja con actividades para niños, actividades con los animales. Se trata de que los niños se sientan como los hijos de los granjeros de antaño que ayudaban a sus padres con las labores agrícolas y ganaderas. No es que te pongan a los niños a trabajar como esclavos, pero sí hacen actividades que los familiarizan con los animales domésticos que acaban chuleteados en las carnicerías de nuestras ciudades.
No es distinta estas granjas de las que hay en el País Vasco. La Granja de Vitoria es una típica casa de campo de estilo vasco situada en un terreno grande de las montañas de Brava de Badaia, a 14 kilómetros de Vitoria-Gasteiz. Es fácil llegar porque las carreteras que llevan hasta allí están bien señalizadas. En la granja hay burros, cabras, corderos y gallinas. Mis hijas quedaron encantadas con los burros. Las gallinas, en cambio, no le gustaron nada. Las comprendo porque a mí tampoco me gustan nada. A las cabras no les dejé acercarse porque una cabra siempre es un animal peligroso. Lo mismo puedo decir de los corderos. La mayor los quería tocar, pero no le deje. No fuera a ser corneada por una mamá oveja celosa de sus corderitos.
Los animales los tienen muy domesticado. Son como de cuento, pero con dientes de verdad. Yo les llevé los cascos de las bicicletas para que se pudieran subir a lomos de los burros sin riesgo a quedar mal por una caída del burro. Afortunadamente, no cayeron. Los otros niños no ponían ninguna protección en la cabeza cuando daban paseos en burro.
Respecto a la casa he de decir que no es lujosa. Tiene una decoración muy rural de aldea vasca y de aldea de todas partes. Los cuartos de baño, por ejemplo, no son más que unas habitaciones metidas a cuartos de baños en una casa que hace años seguro que no tenía ni meadero dentro. Nuestra habitación era grande, con dos camas, un espejo irregular en su forma, un armario, un escritorio y poco más. El televisor no era gran cosa y lo mismo puedo decir de la conexión a Internet.
Os recomiendo La Granja de Vitoria porque es perfecta para que los niños de ciudad conozcan de cerca los animales que comen en comidas y cenas en sus casas. La única desventaja que le encuentro es que los niños y niñas se te pueden volver veganos porque se enamoran de los burros y cabras y no quieren comer carne