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El Gran Hotel Havana Silken tiene muy buena ubicación en Barcelona. Está a cinco minutos de caminata sin prisas de la plaza de Cataluña. Puedes ir de tiendas por la zona sin necesidad de recurrir al transporte público. A mí me vino muy bien su excelente ubicación porque tenía una reunión de negocios por la zona. Todo lo bueno, como dice mi madre, siempre está en el centro de las grandes ciudades.
También había mucho de lo bueno en mi habitación. Me dieron una habitación tan insonorizada que no oías ni el canto de los pájaros en la zona ajardinada a donde daban las ventanas. Estuve mejor que en mi casa. Era una habitación con decoración muy de hotel urbano. No echabas de menos a tu familia porque aquel lujo hotelero no recordaba un hogar. La cama era grande, cómoda, con el colchón blandito tal como les pedí. Había un buen televisor de plasma que ni encendí y una conexión wi fi que iba como una moto de rápida.
No fui a comer al restaurante del hotel sino a un bar muy mono que hay en la azotea. Prefería una comida más de tapeo, más liguerita. Yo cuando estoy de viaje de negocios no como mucho. Las comilonas me las dejo para casa. El personal del bar es muy agradable. Lo mismo puedo decir del resto del personal. Son simpáticos y profesionales. Tienen todo muy limpio.
El desayuno buffet estaba muy bueno. Eran productos de calidad y yo lo tenía incluido en el precio. Por eso fui a desayunar. Lo que va en el precio hay que disfrutarlo. Me gustaron mucho los zumos de naranja. Se notaba que estaban recién hechos con naranjas de zumo buenas. Lo mismo puedo decir de la bollería. No era bollería industrial sino bollería de panadería.
Os recomiendo este hotel. El Gran Hotel Havana Silken es perfecto para hacer turismo de compras en la Ciudad Condal. El Paseo de Gracia con todas sus tiendas, bares y restaurantes te queda cerquita. Yo en menos de diez minutos estaba allí.
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El NH Budapest City donde me alojé sola está muy bien comunicado por transporte público con toda la ciudad, pero no te hace falta mucho transporte, o más bien ninguno, si sólo te desplazas por el centro. Yo fui andando hasta el Parlamento. En diez minutos de caminata allí estaba. También fui andando hasta el río Danubio. Unas amigas cogieron un barco para ir hasta la isla Margarita. Yo no estaba para barcos. Había ido a Budapest a una reunión de negocios.
Mi habitación estaba bien aunque no era grande, pero no puedo decir lo mismo del cuarto de baño cutre que me había tocado. Ni siquiera me consolé al saber que los cuartos de baño de las otras habitaciones eran tan malos como el mío. Tenía el pobre unos azulejos que parecían sacados de una escombrera. La bañera la tuve que limpiar yo a fondo y, aún así, me daba asquito ducharme dentro de ella. No os voy a hablar de la pileta. En mi vida había visto una pileta peor. Tuve que dejar mi neceser y mis cosas de aseo en la habitación. Les hice un hueco en el pequeño escritorio donde trabajaba con una conexión wi fi bastante buena. En conexión wi fi no tuve queja, sobre todo teniendo en cuenta que era gratuita.
Mis quejas continúan en lo que se refiere al desayuno. Muy pobre. Variedad contada que decía una amiga mía. Las tostadas estaban contadas como en las cocinas de las familias numerosas que hacen números para sobrevivir todos los meses con un sueldo pequeño. Veías tan pocas tostadas y cogías sólo una. La fruta pelada y cortada la dejé donde estaba. No me gusta que nadie pele la fruta por mí. La bollería era industrial y algo rancia. Sólo bajé a desayunar un día. Los otros dos días que estuve por allí me compré unos bollos en una tienda y subí a comerlos en mi habitación, donde pude hacerme un te en la tetera que te dejaban con tal fin.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el NH Budapest City. Compensa por su buena ubicación, pero tiene desventajas notables. la limpieza, por ejemplo, no es gran cosa. Lo que más me gustaron fueron unos sillones tapizados de rojo que había en mi habitación. Eran comodísimos y se veían muy chachis con aquel tapizado.