Carlota se disfrazó para la noche de bodas
con un peinado y un vestido
que recordaban los años
de Grace Kelly en Hollywood.
La hija de Carolina, madre ya de dos retoños,
miraba a su esposo
y filosofaba un poco
pensando en cuánto tiempo
le durarán los amores
con el hijo de una actriz
que parece presuroso
en los amores de alcoba.
Por la mañana se dieron
el sí quiero con Carlota
imitando a su madre
Carolina aún de Mónaco
en vestido y peinado
de sus años de esposa
del hombre que la dejó
subido a una lancha motora.
Dios quiera que estos novios
ya maridos y dichosos
alcancen una vejez
sin peleas amorosas,
pero una no se cree
que este amor de Carlota
por su Dimitri francés
dure otro Baile de la Rosa.
Vendrán los meses de cuernos,
y la princesita alegre
estará triste y hermosa
hasta que llegue el siguiente
hombre que la enamore.
