Dicen que ha llegado la Tercera Guerra Mundial a Ambiciones. Lo dice Belén Esteban, primer amor conocido de Jesulín de Ubrique y madre de su hija Andrea. Una no entiende muy bien este lío que dura tantos años como años hace que Belén era novia de un Jesulín que se había convertido en el torero más famosa de España. Ambiciones era como Falcon Crest, una finca perdida en la campiña andaluza, donde estaban los padres y hermanos del torero, la novia rubia recién llegada de un barrio de Madrid, y una niña que nacía con un escándalo debajo del brazo. La niña salió discreta. Cumplió 18 años, le vimos la carita de mayor de edad, y dejó de aparecer en la prensa. Después de nacer la niña de Jesulín y Belén, vendría la esposa del torero con dos retoños. María José Campanario ha conseguido también muchas portadas y muchas horas en los programas de telebasura.
Los hijos de torero son, de momento discretos, las indiscretas son las mujeres del padre. Belén y María José se odian mutuamente. Belén es la novia que nunca llegó al altar. María José es la novia a la que Jesulín dio su sí quiero ante Dios y los hombres, como dice la Santa Madre Iglesia. La gran Concha Piquer cantaría que una es la que lleva el anillo en el dedo y la otra es la que no ha llevado nunca anillo en su dedo. Un psicólogo diría que Belén es el amor imposible y María Campanario es el amor de andar por casa con olor a sopa. Por eso se odian, se envidian, se preguntan a quién querrá más Jesulín. María José no acaba de verse a la altura de la primera en una comparación que todos hacen sin decirle nada. Belén intenta buscar en otros hombres a su Jesulín perdido antes de llegar al altar, por culpa, posiblemente, de la familia del diestro.
Han pasado veinte años desde que el amor de Jesulín y Belén Esteban quedó en un amor imposible. Veinte años no son nada. María José, la esposa, la madre de los dos hijos menores del torero, explota en su cuenta de Facebook con una carta que la hace quedar mal a ella misma. Hace una confesión digna de las páginas de la Rebeca que Hitchcook llevó a la gran pantalla. Su carta se resume en una palabra: envidia. Belén Esteban y María José Campanario son un resumen del pecado que tenemos todos los españoles. La envidia nos puede. Nunca apreciamos lo que tenemos porque deseamos lo que tienen o han tenido los demás.
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