Después de un segundo hijo
parecía una abuela
que ha tenido una vida
de cocinas y pucheros
atada a una mesa
donde comía su gente.
Tuve que correr y hacer
mucha gimnasia con fuerza
para que mis iniciales
curvas volvieran a serlo.
Después de tanto ejercicio
no parece que cumpliera
los 38 añitos largos
que mi pasaporte tiene.
Ahora vuelvo al curro
con canciones y bailetes
para pagar los pañales
que necesita mi nene.