Sobrevivo en mi isla
comiendo arroz y coco:
el arroz para matar
el hambre en mi estómago,
el coco para limpiar
la piel pasa de mi rostro.
Sobrevivo a los olores
de los otros en la choza,
tan horribles como el hambre
que habita entre nosotros.
Sobrevivo en esta isla
tan desierta como pobre
pensando en ese cheque
que me pagarán muy pronto.
Sobrevivo como Eva
sobrevivió en su trozo
de paraíso okupado
por un Adán revoltoso.