La morriña no me mata
porque encontré en Holanda
al hombre que me hizo reina
en la Europa lejana.
Vamos juntos de viaje
al Caribe donde bailan
sin tener mucha comida
para alimentar sus pasos.
Comemos frutas exóticas
como dos enamorados
en la eterna luna de miel
que no promete acabarse.
Me pongo unos gorritos
de Reina Máxima de Holanda,
ideales para un look
de poderosa soberana.
Soy la argentina más feliz
y lo demuestro bailando
en el Caribe la salsa
que tocan cuando yo paso.