No somos nada. Lo piensas mirando la foto robada a don Juan Carlos en Abu Dabi. El hombre que vestía el traje militar con la elegancia que da la juventud cuando el dinero te llena los bolsillos y los aplausos te hacen sentir querido, es a 30 de diciembre de 2020 un anciano decrépito. Cuesta reconocer en la instantánea al padre del actual Rey de España.
Sin esposa, sin queridas, sin hijos, sin nietos. Don Juan Carlos sólo tiene el apoyo pagado de dos escoltas que lo sujetan por ambos brazos para ayudarle a caminar por las calles del país que lo acoge. Casi da pena. Recuerda a los muchos ancianos que habitan las residencias mientras esperan la llamada del más allá. Casi te preguntas si no habría querido ser el Rey Juan Carlos un viejecito atendido por las cuidadoras de un geriátrico español en vez de ser un exiliado culpable para la ciudadanía y casi para la Justicia de fraude fiscal.
Esta foto de don Juan Carlos en Abu Dabi no te deja indiferente. Tal vez la han filtrado interesadamente para que la opinión pública y la opinión publicada se apiade del viejo Rey que tiene apartado en el exilio. Decía don Felipe que la ética está por encima de las razones familiares. ¿Y por encima de las razones humanitarias?... ¿Está la ética por encima de las razones humanitarias?...
Don Juan Carlos parece que no suscita compasión para su familia. El hijo Rey le ha salido severo. Doña Sofía es una esposa que no perdona la cornamenta. Las hijas están a lo suyo. Los nietos también están a lo suyo. El anciano monarca ha quedado en el lejano Abu Dabi apoyado en los brazos de unos escoltas que se limitan a hacer su trabajo. Ojalá también le den algo de cariño. Como bien decía Concepción Arenal: condena el delito y compadece al delincuente. El Rey que trajo la democracia a España merece un poquito de compasión.
Doña Jimena
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