El color rosa se asocia con las niñas y el color azul nos hace pensar en un niño. ¿Por qué es así? podemos preguntarnos si un día nos ponemos filosóficas. El fotógrafo JeonMee Yoon se formuló la misma pregunta el año 2005. Empezó a fotografiar habitaciones de niños y niñas que iban a nacer y publicó un trabajo titulado "The Pink & Blue Proyect". Antes de nacer, las familias decoraban las habitaciones de sus hijas de color rosa y las habitaciones de sus hijos de color azul.
Esto es un ejemplo de socialización. La socialización nos dice como debe ser un hombre y como debe ser una mujer. Nos dice como debemos actuar, pensar, comportarnos. La identidad de género se adquiere fundamentalmente a través del proceso de socialización. Podemos decir, pues, que la sociedad nos programa los pensamientos como si fuéramos robots.
Nosotros y nosotras empezamos un aprendizaje desde el vientre de nuestras madres, antes del nacimiento. Aprendemos e interiorizamos las normas sociales que se van transmitiendo de generación a generación. La familia, el lenguaje, los medios de comunicación, las redes sociales, la publicidad, etc, son fundamentales en el proceso de aprendizaje, es decir, en la socialización de género diferencial.
En la identidad de género que se adquiere a través de la socialización se venía excluyendo y discriminando a las personas con otras identidades sexuales. Había un binarismo de género: hombre o mujer. Nada más. Eran identidades sacadas de un conjunto de trazos propios. La sociedad patriarcal y heteropatriarcal no contempla identidades de género múltiples.
JeonMee Yoon podría fotografiar hoy habitaciones para niños y habitaciones para niñas iguales a las que fotografió en el año 2005. El monopolio del color rosa lo tienen las niñas. Los niños se quedan con el color azul. Es difícil cambiar a una sociedad en la que la igualdad sigue siendo una asignatura difícil de aprobar por la mayoría.
María Rey
Economista
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