Muiño do Vento, Magalofes, es un restaurante que está en Fene, A Coruña. Nosotros estuvimos allí con unos amigos. Es un restaurante tranquilo desde donde hay unas maravillosas vistas de la ría de Ferrol.
Pese a ser un restaurante familiar desde sus inicios, hace unos 30 años,su servicio es muy profesional. Te da la sensación de restaurante caro nada más entrar.
El restaurante no es muy fácil de encontrar si no conoces el sitio. Mi marido dio varias vueltas hasta dar con él. Está a unos 10 kilómetros de Ferrol. Para aparcar no hay problema. El Muiño do Vento tiene parking privado.
Afortunadamente, habíamos hecho reserva. El restaurante estaba hasta los topes. En el comedor más pequeño no había ninguna mesa libre en el grande quedarían un par de mesas sin ocupar. La decoración no me gustó mucho: era una decoración rústica y las mesas estaban un poco juntas.
Callos, empanada, mariscos, carnes... Todos los platos que sirven son de comida gallega. Los percebes estaban que te chupabas los dedos. Nosotros fuimos con mis padres y mi padre quedó encantado con los callos. Lo que no me gustó nada fue el bonito. Estaba muy hecho para mí gusto. Bueno, más que muy hecho estaba un poco quemado.
La comida nos salió a 35 eros pro persona sin postres. A mí no me iba nada después de tanta ración hasta los topes. Tomamos unos cafés y nos fuimos. No descarto volver. A mi padre le gustaron mucho los callos, como os he dicho, y a mi marido los percebes. Ellos son de los que vuelven a donde les dan bien de comer.
Pese a ser un restaurante familiar desde sus inicios, hace unos 30 años,su servicio es muy profesional. Te da la sensación de restaurante caro nada más entrar.
El restaurante no es muy fácil de encontrar si no conoces el sitio. Mi marido dio varias vueltas hasta dar con él. Está a unos 10 kilómetros de Ferrol. Para aparcar no hay problema. El Muiño do Vento tiene parking privado.
Afortunadamente, habíamos hecho reserva. El restaurante estaba hasta los topes. En el comedor más pequeño no había ninguna mesa libre en el grande quedarían un par de mesas sin ocupar. La decoración no me gustó mucho: era una decoración rústica y las mesas estaban un poco juntas.
Callos, empanada, mariscos, carnes... Todos los platos que sirven son de comida gallega. Los percebes estaban que te chupabas los dedos. Nosotros fuimos con mis padres y mi padre quedó encantado con los callos. Lo que no me gustó nada fue el bonito. Estaba muy hecho para mí gusto. Bueno, más que muy hecho estaba un poco quemado.
La comida nos salió a 35 eros pro persona sin postres. A mí no me iba nada después de tanta ración hasta los topes. Tomamos unos cafés y nos fuimos. No descarto volver. A mi padre le gustaron mucho los callos, como os he dicho, y a mi marido los percebes. Ellos son de los que vuelven a donde les dan bien de comer.