Hay pensiones que están mejor que algún hotel. Tal es el caso del Hostal Carbonara, situado en la Rúa Nueva de La Coruña. Tiene una ubicación perfecta para hacer turismo. Puedes ir andando a todos los sitios de interés turístico de la ciudad. También es peras vacaciones de sol y playa en La Coruña porque las playas de Riazor y el Orzán te quedan a unos 200 metros. En pocos minutos de caminata estás en el arenal.
Yo conocí este hostal un día que viajaba sola. Opté por una pensión para ahorrar. Me llevé una grata sorpresa. No esperaba que estuviese tan bien.
Tienen todo muy limpio, tanto las habitaciones como las estancias comunes. Mi habitación estaba perfectamente insonorizada. No escuchabas nada de tráfico ni conversaciones de la gente que pasaba por la calle peatonal. Las habitaciones eran distintas. Todas estaban pintadas de colores diferentes. Me enseñaron dos y me quedé con la que era más luminosa. Ninguna de ellas era grande. Pese a todo tenían el espacio bien aprovechado. En mi habitación habían metido una pequeña mesa y una silla a modo de escritorio. El televisor de plasma era pequeño y lo tenían colocado en la pared, bastante alto por cierto.
El cuarto de baño era minúsculo. Nada de bañera. Una ducha metida en una mampara en la que tenías la sensación de estar encajonada cuando te duchabas. Era un cuarto de baño propio. Esto me gustó. Al ser una pensión me esperaba un cuarto de baño compartido, de esos baños que detesto a más no poder. Prefiero un cuarto de baño minúsculo como el de las habitaciones del Hostal Carbonara a un cuarto de baño compartido.
Mi habitación era de las de arriba. Son un poquito más grandes y tienen una puerta-ventana abalconada. Son también más luminosas que las del piso inferior.
Yo conocí este hostal un día que viajaba sola. Opté por una pensión para ahorrar. Me llevé una grata sorpresa. No esperaba que estuviese tan bien.
Tienen todo muy limpio, tanto las habitaciones como las estancias comunes. Mi habitación estaba perfectamente insonorizada. No escuchabas nada de tráfico ni conversaciones de la gente que pasaba por la calle peatonal. Las habitaciones eran distintas. Todas estaban pintadas de colores diferentes. Me enseñaron dos y me quedé con la que era más luminosa. Ninguna de ellas era grande. Pese a todo tenían el espacio bien aprovechado. En mi habitación habían metido una pequeña mesa y una silla a modo de escritorio. El televisor de plasma era pequeño y lo tenían colocado en la pared, bastante alto por cierto.
El cuarto de baño era minúsculo. Nada de bañera. Una ducha metida en una mampara en la que tenías la sensación de estar encajonada cuando te duchabas. Era un cuarto de baño propio. Esto me gustó. Al ser una pensión me esperaba un cuarto de baño compartido, de esos baños que detesto a más no poder. Prefiero un cuarto de baño minúsculo como el de las habitaciones del Hostal Carbonara a un cuarto de baño compartido.
Mi habitación era de las de arriba. Son un poquito más grandes y tienen una puerta-ventana abalconada. Son también más luminosas que las del piso inferior.