Perfumes para nosotras

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Un olor distinto para cada momento

jueves, 25 de febrero de 2016

Mis vacaciones en el León más rural

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El Hotel Rural El Verdenal, Noceda del Bierzo, es un hotel rural que podía estar mejor insonorizado. Casi no pude dormir las tres noches que pasé alojada en este hotel con mi chico. Era como estar en mitad del campo rodeada de ruidos de todo tipo de bichos. 

Ni siquiera la cama cómoda que teníamos en nuestra preciosa habitación con terraza me proporcionó mucho descanso. Otra incomodidad fue el cuarto de baño. En mi vida pasé tanto frío al ducharme. Era como estar en Siberia. 

¿Más desventajas? Pues sí. A mi chico casi le dio un patatús cuando vio que el televisor no funcionaba. Se quedó sin sus partidos de fútbol, lo cual para mí fue una ventaja. El fútbol me pone de los nervios. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar este hotel rural. Está bien para pasar frío. Nosotros casi regresamos a casa convertidos en esquimales. Un día salimos a pasear por los alrededores y regresamos a los quince minutos. Empezó a nevar y no se podía dar un paso por aquellos caminos entre montañas. 

El hotel no es grande. Sólo tiene 11 habitaciones. Cuando estuvimos nosotros sólo había una habitación ocupada. Pudimos elegir una que tenía terraza. No fue muy buena idea porque resultó ser bastante fría. La calefacción funcionaba peor que una escopeta de feria. 

La habitación no me gustó en general. la cama era cómoda, como os dije, pero se trataba de dos camas individuales pegadas. Yo prefiero camas de matrimonio de verdad. Estas dos camas estaban entre un montón de muebles que te quitaban más espacio que comodidad te daban. El armario empotrado, el escritorio, las mesillas, unos sillones, una silla a mayores que no sé para qué la queríamos... 

La ropa de la cama era barata. Parecía de una tienda de segunda mano. La colcha me vinieron ganas de tirarla por la ventana nada más verla. Era viejísima.

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2

Las carnes rojas no son nada recomendables, pero, a veces, no te puedes prohibir un buen plato de carne de buey como los que sirven en la Bodega el Capricho, Jiménez de Jamúz, un restaurante que está en la provincia de León. 

Nosotros lo descubrimos pasando por la carretera. Teníamos hambre y paramos. Fue un acierto. Nada más entrar el dueño nos enseñó la cocina y los grandes trozos de carne que tenían para preparar. Casi me doy la vuelta. A mí no me gusta ver la carne en plan carnicería de mercado de abastos. Pasado el susto de la cocina, nos fuimos para la terraza aprovechando que tenía calefacción. 

Comimos unas chuletas de buey que nos quitaron el hambre para tres días. Mi chico se animó con un solomillo a la parrilla, pero yo tuve de sobra con el chuletón de buey. No soy de comer mucha carne. Yo soy más de pescados. Me sientan mejor en mi delicado estómago. 

Además de la chuleta pedí una ensalada. Las ensaladas no pueden faltar en mi vida. Me dan mucha vitalidad. Mi chico pidió puré de patatas. Decía que olía como el que hace su madre. 

Os recomiendo el Bodega el Capricho, Jiménez de Jamúz por lo buenas que están sus carnes rojas. No son carnes duras, al contrario. Son carnes blanditas, pero bien hechas. No se te hacen bola en la boca. Fue una pena no llevar a las niñas porque seguro que se hubieran comido algo de solomillo de buey sin protestar. a mis hijas no les gustan las carnes duras. Tienen que ser unas carnes muy blanditas para que te las coman. 

La carta de vinos de este restaurante es amplia. Yo me contenté con una agua y mi chico también porque había que conducir todavía muchos kilómetros. No era cuestión de beber una botella de aquellos vinos con tanto alcohol. 

La desventaja mayor de este restaurante es que los servicios se reducen a dos: uno para chicos y otro para chicas. Había cola el día que estuvimos nosotros. Otra desventaja son los precios. Nos clavaron 75 euros por cabeza. A mi chico casi le dio un soponcio cuando vio la factura. El buey nos salió más caro que si lo hubiéramos matado nosotros.