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Roncesvalles es un municipio pequeño conocido en todo el mundo mundial porque es allí donde empieza el famoso Camino de Santiago. En Roncesvalles habrá como mucho ocho personas que son de allí, el resto de gente son turistas o peregrinos. Lo que más me llamó la atención cuando fuimos fue ver tantos curas. Hay un montón de clero.
Este municipio sigue siendo un pueblo medieval. Conserva todo el encanto de su época medieval, incluida la niebla que caracteriza su clima. los peregrinos inician allí el Camino de Santiago. Ahora no son tantos los valientes, pero sigue habiendo gente para todo.
En Roncesvalles la Iglesia Católica es la propietaria absoluta: casas, tierras, monumentos... Se hicieron con un pueblo que es un referente cultural, histórico y religioso.
Nosotros fuimos a ver el albergue. Es tan cutre como todos los albergues de peregrinos. Data del siglo XVIII y está al lado de la Colegiata. Mi chico quedó a cuadros cuando vimos una cripta que tiene restos humanos desde hace nueve siglos. No pensaba que los cementerios aguantaran tanto tiempo siendo cementerios.
En Roncesvalles hay muchos muertos. Tienen cadáveres enterrados en todos los lados. Por ejemplo, el claustro de la iglesia era un claustro de enterramiento. Desde allí pasamos a ver las cadenas de Sancho el Fuerte, un rey que le quitó las susodichas cadenas a los moros.
Mi chico quiso ir a ver la posada. No íbamos a quedar, pero quería ver las habitaciones. Sólo tienen 21, todas ellas con cuarto de baño. Es un alojamiento bastante mejor que el albergue. La posada es del cabildo.
Acabamos yendo a cenar a un restaurante del propio Roncesvalles. Mi chico pidió las famosas pochas, es decir, alubias de toda la vida con tomate, cebolla, ajos y puerro con jamón troceado. Nos sirvieron un rosado navarro de color intenso que estaba muy bueno, pero emborrachaba un montón.
No descarto volver a Roncesvalles. Es un pueblo pintoresco que os recomiendo. Mis hijas quedaron encantadas con un rebaño de ovejas que hay en una finca experimental del Gobierno de Navarra. Tienen una quesería que da empleo a personas discapacitadas. El Gobierno de Navarra está en todo. Pero me parecieron pocas las ovejas: sólo eran 217. Una siempre pensó que los rebaños de ovejas eran de mil para arriba.
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A mi chico le encanta la Historia. Siempre les está dando clases de Historia sobre el terreno a nuestras hijas y a nuestros sobrinos cuando vienen con nosotros. Una de esas clases suyas se la dio en Jerez de los Caballeros, una ciudad de la provincia de Badajoz con mucha Historia en letras mayúsculas. Por allí pasaron los fenicios, romanos, árabes y cristianos. Pero fueron los Caballeros Templarios los que dejaron una profunda huella en Jerez. Hay un montón de monumentos que los recuerdan.
Fuimos a ver la famosa Fortaleza Templaria, y nos paramos ante las murallas que todavía había por allí. Fueron los templarios los que levantaron el recinto amurallado que protegía la ciudad en su día. En la fortaleza se encuentra la Torre Sangrienta, en la que perdieron la vida los últimos Caballeros Templarios de Jerez. Una pena. las guerras que hicieron se les volvieron en su contra. Menos mal que sus edificios los sobrevivieron.
Jerez de los Caballeros es fácil de encontrar aunque no conozcas mucho la zona. Esta localidad extremeña se encuentra al Suroeste de la provincia de Badajoz, colindante con la frontera portuguesa y asentada sobre una especie de montaña desgastada por el paso de los milenios.
Te recomiendo visitar esta ciudad y acercarte hasta la amplísima y extensa vega del río Ardila, afluente del río Guadiana con maravillosas vistas panorámicas de sorprendente belleza. Nosotros fuimos hasta el balcón que constituye el Parque de Santa Lucía.
Es una pena que Jerez de los Caballeros no conserve en pie toda la muralla. Deberían reconstruirla para atraer más visitantes. hay gente que se siente muy atraída por ciudades que tienen murallas.
Lo que más nos gusto fue la fortaleza templaria. Está bien conservada y desde allí las vistas son preciosas. Está tan bien conservada que casi te imaginas los monjes-soldados paseando por sus jardines. Debía ser todo un espectáculo en su época verlos con sus hábitos guerreros.
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El Parador de Villafranca del Bierzo en León huele a uvas, sobre todo si vas en época de vendimia como fuimos nosotros. Está rodeado de parras.
Está en la Avenida Calvo Sotelo, 28, en una casona que recuerda muy mucho a los pazos gallegos. Dentro, en cambio, no tiene nada de pazo gallego. Más bien recuerda a las casas solariegas castellanas.
En la entrada del Parador hay un bonito jardín, con las parras de las que os hablé y otros árboles. Es en el jardín donde está la piscina.
Nos dieron una habitación grande, pero poca acogedora. Estaba decorada con una sencillez extrema. No había ni un cuadro en las paredes. La cama tenía un cabecero de madera sencillo y obsoleto. Me ponía de los nervios aquel cabecero con una especie de palillos de esquina a esquina.
El televisor era grande, de plasma, pero los vi mejores. Nos cobraron por usar la caja fuerte. Por mí no la hubiéramos usado, pero mi marido se empeñó en dejar guardados los portátiles bajo siete llaves cuando salimos a dar una vuelta por los alrededores. Es un maniático.
Fuimos a comer y a cenar al restaurante del parador. Se come bien. Nos sirvieron unas truchas con unto que quitaban el hambre. Unto y pimientos llevaban de guarnición. También me gustó mucho la ternera estofada al estilo del Bierzo. Y de la empanada mejor no os hablo porque se me hace la boca agua.
Os recomiendo este parador. El Parador Villafranca del Bierzo se encuentra a 30 minutos en coche de Galicia y de Las Médulas. Es un buen alojamiento si quieres hacer senderismo por la zona. Mi chico se cansó de andar por aquellos caminos mientras yo me lo pasaba de cine con mis crías en las piscinas. Como era verano, estaba la del jardín abierta. Hay otra interior que me gustó menos. También fui al spa. No era gran cosa, pero mejor algo que nada.
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Vielha, Lérida, es un bonito pueblo del Valle de Arán, es de esos pueblos que apetece visitar en invierno cuando te acercas a la nieve, pero buscas cierta tranquilidad para poder disfrutar de los días libres con la familia.
Yo fui con mi chico, mis hijas y unos amigos. Nunca había estado antes por allí y me quedé asombrada con las montañas. Parecían las montañas de Suiza. Son unas montañas muy altas, nevadas, con un amplio valle entre tanta montaña y mucho paisaje verde cubierto de nieve. Vielha, Lérida, es un pueblo de postal navideña.
El pueblo es bastante frío y húmedo. Esto se debe a la nieve. También el río que cruza el pueblo por la mitad contribuye a que haya un frío húmedo que se te mete en los huesos. Debes ir bien abrigada.
Este pueblo conserva todo su encanto. Las casas son de piedra, con ventanas de madera y tejados de pizarra. No ves construcciones que se salgan de las construcciones típicas de toda la vida. Esto hace que tengan muchas visitas. Mi chico decía que parecía que estábamos en Suiza. No le faltaba razón.
Nuestros amigos fueron a ver un museo que había. Nosotros pasamos de museos. No nos interesaban las artesanías y arte locales. Sería lo de siempre en todos los pueblos. Preferimos ir a tomar unos cafés bien calientes para sacarnos el frío del cuerpo.
Os recomiendo visitar Vielha, Lérida. Lo que no os recomiendo es iros a vivir allí. Te morirías de aburrimiento, sobre todo si te gustan las ciudades grandes. Por allí sólo se veía gente mayor. La gente joven se va para Barcelona. Fue lo que nos comentaron en el bar. En los pueblos no hay mucho futuro.
Vielha, Lérida es un pueblo que tiene sus construcciones bastante bien conservadas. Esto me llamó la atención. Se ve que los dueños de las casas tienen dinero para irlas arreglando según lo necesitan.