Esos zapatos que tienes
huelen como un cadáver
y estás pensando si
los tiras o los regalas.
Lo mismo me sucedía
con los zapatos comprados
a los chinos de mi calle
y aún los sigo usando
después de quitar olores
con bolsas de té baratas.
Le metí a cada zapato
una bolsita de té
y fue la mano de santo
que me alejó los olores
que no quería en mis pies.