Mi novio es un señor
con años de abuelito
y a su edad añosa
puede acabar recluido
en un penal español
donde no le faltará vino.
Yo seguiré en el piso
que me regaló un día
con mis vestidos bonitos
y mis tocados magníficos.
Iré a verlo algún día
a la cárcel donde habite
porque mi amor por él
no se acaba todavía.
Dejaré de visitarlo
cuando termine el haber
en la cuenta de Suiza
y tenga que regresar
a mi vida más humilde.