Yo no compro en Amazon, me dijo mi amiga Mónica. Debe ser una de las pocas personas que aún no se han hecho clientes del gigante de las ventas online. Hasta el Gobierno de España ha abierto el negocio de la contratación pública a Amazon, un negocio reservado por costumbre a empresas de larga tradición con las Administraciones Públicas.
Amazon acaba de ganar dos contratos de emergencia en el mes de junio: la compra de dos mil tablets para escolares por parte del Ayuntamiento de Dos Hermanas y la venta de 102 vasos para la residencia de Bennàger en la Comunidad Valenciana. Por algo se empieza. Amazon está enseñando la patita. Saben sus dirigentes que pueden competir con las empresas que han hecho de sus negocios con las Administraciones Públicas su leit vivir.
Mi amiga Mónica seguro que sigue sin comprar en Amazon. Es la única que no está convencida de lo cómodo que resulta comprar online, recibir tu pedido y haber pagado con tarjeta la compra. Mi amiga seguirá yendo de tiendas. Le gusta revolver la ropa de oferta, ir al probador en Zara, devolver prendas una vez usadas en El Corte Inglés. A Mónica le gusta la inmediatez. Lo suyo no es esperar por el pedido. Menos le gusta que llamen a su puerta el mensajero de turno con un paquete.
Amazon llama a todas las puertas donde le dicen sí. Ahora son las puertas de las Administraciones Públicas las que recibirán la llamada de los mensajeros que llevan productos Amazon. Competir se le da bien al gigante de la venta online. Por eso sus competidores en contratos públicos tiemblan.
------------------
