Una de las ciudades de Marruecos donde mejor lo pasé fue en Chechaquen (Chaquen). No tiene nada que ver con Tetuán y Tánger. Es una ciudad mucho más tranquila. Además, sólo por el viaje en coche en el que disfrutas de unas maravillosas vistas de las montañas del Rif ya merece la pena ir. Desde la ciudad se ven dos montañas que tienen forma de cuerno de vaca. De ahí el nombre de la ciudad: Chechaquen (significa mira los cuernos).
Mi marido y yo paseamos por la avenue Hassan II hacia la place Mohammed V. Queríamos ir a la medina y casi nos perdimos. Finalmente, tras dar unas vueltas que no nos llevaron a ningún sitio, cogimos a la derecha, nos metimos en la rue Tarik Ibn Ziad acabamos en Bab en Sou y allí estaba la entrada a la medina. Me dejé los tacones subiendo por una calle tortuosa que se llamaba Calle Horra. Por esa calle no apta para zapatos de tacón elevado llegas a Uta el-Hammam. En la parte superior de esta plaza encuentras la ville nouvelle, una serie de edificios construidos entorno a la base de la medina.
Mi marido quería alojarse en una pensión de la medina de Chechaquen. Le habían dicho unos amigos que son pensiones bastante seguras. Le dije que se dejara de inventos baratos. Fuimos directos al Hotel Asmaa, un hotel que tiene piscina y está limpio.
La medina de Chechaquen no es grande. No entiendo como nos perdimos dos veces. Yo creo que fue en nuestro afán de escapar de los chavales que se te ofrecen de guía. En Chechaquen, igual que en otras ciudades de Marruecos, sólo encuentras gente que viene a timarte. Es lo que me fastidia de Marruecos. Para que te dejen tranquila tienes que vestirte como las lugareñas. Mi marido nunca quiere hacerlo. Yo no tengo problema con la vestimenta local. En Chechaquen me disfracé de joven bereber con un vestido típico. Hasta me pinté un tatuaje en la barbilla y otro en la frente para que el disfraz fuera completo. Las chicas bereberes llevan unos tatuajes muy lindos en la cara.
Os recomiendo visitar Chechaquen. Es una ciudad de Marruecos más tranquila que las ciudades de turismo extranjero masivo. Debes ver la ciudad entera. En la parte alta hay un camping. Desde esa zona las vistas de la ciudad son panorámicas. Allí es donde está el Hotel Asmaa, donde nos alojamos mi marido y yo.
También os recomiendo su gastronomía. Los pinchos morunos están muy buenos. Lo mismo puedo decir de las tortillas, tanto de la tajine de kefta como de la tajine de poulet. Pero lo que más me gustó fue el jugo fresco de naranjas que nos ponían en el desayuno. Eran naranjas recién exprimidas. Deberían tomar nota muchos hoteles españoles que no saben más que tirar de zumos de cartón.
Mi marido y yo paseamos por la avenue Hassan II hacia la place Mohammed V. Queríamos ir a la medina y casi nos perdimos. Finalmente, tras dar unas vueltas que no nos llevaron a ningún sitio, cogimos a la derecha, nos metimos en la rue Tarik Ibn Ziad acabamos en Bab en Sou y allí estaba la entrada a la medina. Me dejé los tacones subiendo por una calle tortuosa que se llamaba Calle Horra. Por esa calle no apta para zapatos de tacón elevado llegas a Uta el-Hammam. En la parte superior de esta plaza encuentras la ville nouvelle, una serie de edificios construidos entorno a la base de la medina.
Mi marido quería alojarse en una pensión de la medina de Chechaquen. Le habían dicho unos amigos que son pensiones bastante seguras. Le dije que se dejara de inventos baratos. Fuimos directos al Hotel Asmaa, un hotel que tiene piscina y está limpio.
La medina de Chechaquen no es grande. No entiendo como nos perdimos dos veces. Yo creo que fue en nuestro afán de escapar de los chavales que se te ofrecen de guía. En Chechaquen, igual que en otras ciudades de Marruecos, sólo encuentras gente que viene a timarte. Es lo que me fastidia de Marruecos. Para que te dejen tranquila tienes que vestirte como las lugareñas. Mi marido nunca quiere hacerlo. Yo no tengo problema con la vestimenta local. En Chechaquen me disfracé de joven bereber con un vestido típico. Hasta me pinté un tatuaje en la barbilla y otro en la frente para que el disfraz fuera completo. Las chicas bereberes llevan unos tatuajes muy lindos en la cara.
Os recomiendo visitar Chechaquen. Es una ciudad de Marruecos más tranquila que las ciudades de turismo extranjero masivo. Debes ver la ciudad entera. En la parte alta hay un camping. Desde esa zona las vistas de la ciudad son panorámicas. Allí es donde está el Hotel Asmaa, donde nos alojamos mi marido y yo.
También os recomiendo su gastronomía. Los pinchos morunos están muy buenos. Lo mismo puedo decir de las tortillas, tanto de la tajine de kefta como de la tajine de poulet. Pero lo que más me gustó fue el jugo fresco de naranjas que nos ponían en el desayuno. Eran naranjas recién exprimidas. Deberían tomar nota muchos hoteles españoles que no saben más que tirar de zumos de cartón.
-----------------------------