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Praga es la capital de la República checa, una ciudad preciosa que he descubierto hace poco en un viaje con mi chico. Nunca olvidaré la ciudad de las cien torres, una ciudad llena de puentes, palacios y torres. Las torres parece que se multiplican por todas partes.
El nuestro fue un viaje muy romántico que espero repetir pronto. Me quedaron ganas de volver a pasear de noche por el puente Carlos sobre el río Moldava. Había más parejas haciéndolo, pero yo me sentía como si no hubiera multitudes.
La ciudad vieja de Praga es muy bonita. Lo mismo puedo decir de Josejov, el barrio judío. Mi chico se empeñó en ir a ver el viejo cementerio. Yo no quería ir porque las tumbas, panteones y demás me deprimen, pero, es un cementerio tan bonito, que no te entra la pena. También quería entrar en las sinagogas. No entramos porque visitar los interiores de seis sinagogas me parecía una barbaridad.
Me gustó mucho el edificio de la Casa Municipal, un edificio art nouveau muy interesante. Lo mismo puedo decir de la torre del viejo ayuntamiento con su famoso reloj astronómico.
Lo que no me gustó fueron las esculturas gigantes de David Ceruy en las calles. Eran armatostes feos que interrumpían mucho la circulación de peatones. David Ceruy será un escultor muy famoso en la República checa, pero sus esculturas no son de mi gusto.
Os recomiendo visitar Praga. No debes perderte un paseo en el barco Jazz con música en vivo. Tampoco debes perderte las tiendas de decoración y diseño en Pavilion, un centro comercial ubicado en una vieja fábrica. Yo aproveché para comprar recuerdos para toda la familia y también para algún amigo. No me salieron muy caros.
Como os dije, pensamos volver pronto. Me apetece volver a pasear por las calles de Praga, sobre todo por las de su parte antigua. Tienen mucho encanto.
La comida típica de Praga fue más del gusto de mi marido que del mío. Lo que más se come en Praga es el pato o cerdo asado con crudités y una ternera asada con salsa de nata que me sentó como un tiro. Era muy fuerte para mi delicado estómago. Lo que me gustó fue la cerveza. Es una cerveza bastante distinta en sabor a la cerveza española.
El nuestro fue un viaje muy romántico que espero repetir pronto. Me quedaron ganas de volver a pasear de noche por el puente Carlos sobre el río Moldava. Había más parejas haciéndolo, pero yo me sentía como si no hubiera multitudes.
La ciudad vieja de Praga es muy bonita. Lo mismo puedo decir de Josejov, el barrio judío. Mi chico se empeñó en ir a ver el viejo cementerio. Yo no quería ir porque las tumbas, panteones y demás me deprimen, pero, es un cementerio tan bonito, que no te entra la pena. También quería entrar en las sinagogas. No entramos porque visitar los interiores de seis sinagogas me parecía una barbaridad.
Me gustó mucho el edificio de la Casa Municipal, un edificio art nouveau muy interesante. Lo mismo puedo decir de la torre del viejo ayuntamiento con su famoso reloj astronómico.
Lo que no me gustó fueron las esculturas gigantes de David Ceruy en las calles. Eran armatostes feos que interrumpían mucho la circulación de peatones. David Ceruy será un escultor muy famoso en la República checa, pero sus esculturas no son de mi gusto.
Os recomiendo visitar Praga. No debes perderte un paseo en el barco Jazz con música en vivo. Tampoco debes perderte las tiendas de decoración y diseño en Pavilion, un centro comercial ubicado en una vieja fábrica. Yo aproveché para comprar recuerdos para toda la familia y también para algún amigo. No me salieron muy caros.
Como os dije, pensamos volver pronto. Me apetece volver a pasear por las calles de Praga, sobre todo por las de su parte antigua. Tienen mucho encanto.
La comida típica de Praga fue más del gusto de mi marido que del mío. Lo que más se come en Praga es el pato o cerdo asado con crudités y una ternera asada con salsa de nata que me sentó como un tiro. Era muy fuerte para mi delicado estómago. Lo que me gustó fue la cerveza. Es una cerveza bastante distinta en sabor a la cerveza española.
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2
El Restaurante Rubaiyat en Madrid es un restaurante que no me gusta mucho. Para empezar su ambiente no va conmigo. Siempre que fuimos estaba lleno de viejos. Parecía un asilo. Yo necesito gente joven a mi alrededor para sentirme bien. No aguanto al personal hablando de sus achaques en la mesa vecina.
Las carnes que preparan están buenas. Son carnes argentinas que están blanditas. Por eso vamos alguna vez. No me gustan las carnes duras y en este restaurante las carnes se dejan comer bien.
Es una pena que esas carnes que cortan en trozos pequeños, pero no muy pequeños no te las sirvan en platos más llenos. Las raciones son pequeñas. Con un solomillo dan de comer a cuatro personas o más.
El entrante que más me gusta de este restaurante es la Empanada Salteña de Solomillo al horno de barro con ensalada verde. Está que te chupas los dedos y no es muy cara. La última vez nos cobraron 9,5 euros por cabeza. Digo que no es muy cara en comparación con otros platos. Por el Lomo de Bacalao Salvaje a la parrilla con cebollitas y patata al horno me clavaron 32 euros. Casi me desmayo cuando vi la factura. Por cierto, las cebollitas le sobraban. Estropeaban el sabor del bacalao.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Restaurante Rubaiyat en Madrid. Es un restaurante muy caro. Tal vez por eso va gente tan mayor. Debe ser que los viejos tienen más dinero que los jóvenes. Por lo menos en Madrid. Lo que más me gusta de este restaurante es un postre que llaman Hojaldre Rubaiyat con dulce de leche y crema de vainilla. Está que te chupas los dedos. Mis hijas querían repetir, pero había que pensarlo por el precio.
La carne de este restaurante procede directamente de la hacienda del grupo Rubiyat en Brasil. Las hacen artesanalmente a la parrilla de carbón. la bodega la tienen muy bien surtida. Tienen unas 800 referencias mundiales en vinos.
Las carnes que preparan están buenas. Son carnes argentinas que están blanditas. Por eso vamos alguna vez. No me gustan las carnes duras y en este restaurante las carnes se dejan comer bien.
Es una pena que esas carnes que cortan en trozos pequeños, pero no muy pequeños no te las sirvan en platos más llenos. Las raciones son pequeñas. Con un solomillo dan de comer a cuatro personas o más.
El entrante que más me gusta de este restaurante es la Empanada Salteña de Solomillo al horno de barro con ensalada verde. Está que te chupas los dedos y no es muy cara. La última vez nos cobraron 9,5 euros por cabeza. Digo que no es muy cara en comparación con otros platos. Por el Lomo de Bacalao Salvaje a la parrilla con cebollitas y patata al horno me clavaron 32 euros. Casi me desmayo cuando vi la factura. Por cierto, las cebollitas le sobraban. Estropeaban el sabor del bacalao.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Restaurante Rubaiyat en Madrid. Es un restaurante muy caro. Tal vez por eso va gente tan mayor. Debe ser que los viejos tienen más dinero que los jóvenes. Por lo menos en Madrid. Lo que más me gusta de este restaurante es un postre que llaman Hojaldre Rubaiyat con dulce de leche y crema de vainilla. Está que te chupas los dedos. Mis hijas querían repetir, pero había que pensarlo por el precio.
La carne de este restaurante procede directamente de la hacienda del grupo Rubiyat en Brasil. Las hacen artesanalmente a la parrilla de carbón. la bodega la tienen muy bien surtida. Tienen unas 800 referencias mundiales en vinos.