El Parador de Alarcón está en Alarcón, en la provincia de Cuenca. Yo decidí pasar unos días en este fabuloso parador nada más verlo en unas fotografías de una revista de viajes. Es precioso. Se trata de una fortaleza árabe medieval del siglo VIII, es decir, un castillo árabe.
Mi marido quedó a cuadros cuando llegamos. No esperaba encontrar un castillo tan bien conservado y totalmente habitable. Yo quedé a cuadros con las habitaciones. Son muy románticas. Recuerdan mucho a las habitaciones de las princesas de la Edad Media, pero, con la ventaja, de que no te mueres de frío entre las paredes de piedra. La calefacción calienta el castillo de arriba a abajo.
La decoración del Parador de Alarcón tiene motivos castrenses de la época y mucha piedra y madera castellanas. Te sientes como en el siglo VIII, pero con las comodidades de hoy en día.
El Parador de Alarcón está muy bien organizado. El personal me pareció muy profesional. Organizaban unas excursiones de senderismo a las que mi chico quería apuntarse. Me negué. Yo no había ido a Alarcón para andar por medio del campo. También me negué a ir de pesca al Río Júcar, que está cerca del castillo. La pesca no va conmigo. Menos aún va la caza. Había huéspedes que practicaban la caza de esos bichos que están mejor vivos que muertos.
Sólo nos apuntamos a una excursión a las Casas Colgadas de Cuenca. Mis hijas no las conocían y me pareció una buena oportunidad para que conocieran esa maravilla arquitectónica de nuestro país. También fuimos a ver el embalse de Alarcón. Queda a unos seis kilómetros.
Os recomiendo el Parador de Alarcón. Tiene unas habitaciones grandes y espaciosas decoradas con un estilo muy medieval. La nuestra era muy amplia. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño, donde había una bañera con estilo retro que me pareció fascinante.
Nos quedamos a comer en el parador. Fue un acierto. Nos sirvieron un cordero lechal que estaba que te chupabas los dedos. Hasta mis hijas lo comieron sin protestar. Les gusta la carne blandita.
Mi marido quedó a cuadros cuando llegamos. No esperaba encontrar un castillo tan bien conservado y totalmente habitable. Yo quedé a cuadros con las habitaciones. Son muy románticas. Recuerdan mucho a las habitaciones de las princesas de la Edad Media, pero, con la ventaja, de que no te mueres de frío entre las paredes de piedra. La calefacción calienta el castillo de arriba a abajo.
La decoración del Parador de Alarcón tiene motivos castrenses de la época y mucha piedra y madera castellanas. Te sientes como en el siglo VIII, pero con las comodidades de hoy en día.
El Parador de Alarcón está muy bien organizado. El personal me pareció muy profesional. Organizaban unas excursiones de senderismo a las que mi chico quería apuntarse. Me negué. Yo no había ido a Alarcón para andar por medio del campo. También me negué a ir de pesca al Río Júcar, que está cerca del castillo. La pesca no va conmigo. Menos aún va la caza. Había huéspedes que practicaban la caza de esos bichos que están mejor vivos que muertos.
Sólo nos apuntamos a una excursión a las Casas Colgadas de Cuenca. Mis hijas no las conocían y me pareció una buena oportunidad para que conocieran esa maravilla arquitectónica de nuestro país. También fuimos a ver el embalse de Alarcón. Queda a unos seis kilómetros.
Os recomiendo el Parador de Alarcón. Tiene unas habitaciones grandes y espaciosas decoradas con un estilo muy medieval. La nuestra era muy amplia. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño, donde había una bañera con estilo retro que me pareció fascinante.
Nos quedamos a comer en el parador. Fue un acierto. Nos sirvieron un cordero lechal que estaba que te chupabas los dedos. Hasta mis hijas lo comieron sin protestar. Les gusta la carne blandita.