El Hotel Everest sólo tiene una estrella, pero su ubicación es tan buena que casi merece la pena, sobre todo cuando viajas sola y no quieres gastar mucho dinero en un alojamiento. Está junto a la Sagrada Familia y el Hospital de Sant Pau, en plena ruta del Modernismo Catalán, una zona muy concurrida por los turistas.
Lo mejor del hotel, además de su ubicación, es la amabilidad del señor que está en recepción. Te recibe como si fuera un hotel de cinco estrellas. Es un encanto.
El hotel es mejorable, por supuesto, pero no tanto en habitaciones y cuartos de baño como en limpieza. Casi me muero cuando vi las toallas sucias. Les pedí que me las retiraran del cuarto de baño y que no me trajeran otras. Preferí salir a comprar toallas para mí, unas toallas que les dejé de recuerdo. No se le ponen a nadie las toallas viejas y con manchas.
Lo mismo puedo decir de las sábanas. La colcha muy limpia y muy blanca. Las sábanas no tan limpias. Las lavarían, pero tenían manchas. Un asco. Tuve que comprar también sábanas limpias. Iba a dormir una noche y no en aquellas sábanas.
La habitación era sencilla. Estaba pintada de blanco, tenía una cama grande con cabecero de color cerezo a juego con el color de las puertas. El cuarto de baño era tan sencillo que recordaba los aseos de las estaciones de autobuses. Azulejos blancos y baratos, pileta de pie, espejo de todo a cien, ducha sin mampara y sin cortina, grifos sencillos, suelos de baldosa.
Pese a sus desventajas, os recomiendo el Hotel Everest en Barcelona tanto por su ubicación como por la amabilidad de sus empleados. Ellos hacen lo que pueden con los límites presupuestarios que les imponen los directivos del hotel. Es lo que pasa cuando se ofrecen precios tan baratos. El Hotel Everest es uno de los hoteles más baratos que hay en la ciudad condal. Cobrando tan poco no se pueden dar unos buenos servicios a los clientes.
Lo mejor del hotel, además de su ubicación, es la amabilidad del señor que está en recepción. Te recibe como si fuera un hotel de cinco estrellas. Es un encanto.
El hotel es mejorable, por supuesto, pero no tanto en habitaciones y cuartos de baño como en limpieza. Casi me muero cuando vi las toallas sucias. Les pedí que me las retiraran del cuarto de baño y que no me trajeran otras. Preferí salir a comprar toallas para mí, unas toallas que les dejé de recuerdo. No se le ponen a nadie las toallas viejas y con manchas.
Lo mismo puedo decir de las sábanas. La colcha muy limpia y muy blanca. Las sábanas no tan limpias. Las lavarían, pero tenían manchas. Un asco. Tuve que comprar también sábanas limpias. Iba a dormir una noche y no en aquellas sábanas.
La habitación era sencilla. Estaba pintada de blanco, tenía una cama grande con cabecero de color cerezo a juego con el color de las puertas. El cuarto de baño era tan sencillo que recordaba los aseos de las estaciones de autobuses. Azulejos blancos y baratos, pileta de pie, espejo de todo a cien, ducha sin mampara y sin cortina, grifos sencillos, suelos de baldosa.
Pese a sus desventajas, os recomiendo el Hotel Everest en Barcelona tanto por su ubicación como por la amabilidad de sus empleados. Ellos hacen lo que pueden con los límites presupuestarios que les imponen los directivos del hotel. Es lo que pasa cuando se ofrecen precios tan baratos. El Hotel Everest es uno de los hoteles más baratos que hay en la ciudad condal. Cobrando tan poco no se pueden dar unos buenos servicios a los clientes.